Adolfo Martín: «¡En mi casa nadie cambia un toro!»
La montera cayó boca arriba. «Eso da mala suerte», dijo el niño de ojos marítimos del «2». Su madre quitó hierro al asunto: «No pasa nada». Pero la superstición sobrevoló sobre la arena. «Yo no soy supersticioso porque da mala suerte», susurró uno mientras cruzaba los dedos. Juan Leal había brindado en los medios y allá que se plantó de rodillas. Un prólogo más vibrante que muchos de los que se leerán en algunos libros de la feria de ídem. La ofrenda espartana era esa: la del francés postrado de... Читать дальше...