Este piano (y el violín) los hice yo
Es un negocio boyante. Desde antiguo. Ahí están los Stradivarius o los pianos Steinway... Y sin embargo, nada es lo que fue. De las vetustas fábricas perdidas en países de nombre impronunciable, en Centro Europa, hemos pasado a unos hacedores de máquinas musicales de Extremo Oriente. Los números confirman su éxito. La demanda está ahí. Y todos los saben. El mercado estadounidense de instrumentos supera los 7 mil millones de dólares, una cantidad importante, pero alejada de otros «instrumentos» como los móviles que hoy en día barren como objetos del deseo de las nuevas generaciones. El mejor ejemplo, con todo, son los más de 3.700 millones de dólares que mueven emporios como Yamaha.