En el backstage de Rocacho
O, mejor preguntado: ¿a qué voy a oler yo cuando regrese a mi casa después de haber estado en tu restaurante? Parece algo tan sumamente frívolo y sinsentido, pero real como las toallita perfumadas de Chilly (olor a aloe vera) que llevo en mi bolso cada vez que como carne a la parilla y voy después a una fiesta. Confesad: ¿cuántos de vosotros habéis terminado oliendo a fritanga? Pues en Rocacho (C/ Padre Damián, 38, frente a mi preferido NH Eurobuilding) esto no ocurre.
En Rocacho el aroma es a piedra, a roca, a fuego, a carne pasada por fuego, y, por tanto, a calidad. Y si una llega oliendo a Chanel, se va oliendo a Chanel. Las cosas como son. ¡Pero es que encima se come de maravilla! Y el backstage del local es pulcro, transparente y corrobora mi sospecha: la materia prima y su calidad es la base de todo (eso sí, pasada por la piedra, aunque suene algo mal esta frase. Así la cocina (el backstage de la gastronomía) me convenció casi tanto como la comida.