Rodean ambulantes el hospital de San José
“¡Pásele joven! ¡Pásele! ¿De qué va a querer? Tenemos de carne asada y de longaniza asada ¿Cuántos va a querer joven?”, pregona una joven mujer mientras el humo envuelve al transeúnte que, sobre la 18 Oriente entre la 4 y 2 Norte, hace su recorrido a la entrada principal del hospital de San José del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Un adulto mayor detiene su paso y mira las viandas. La mujer lo observa y de inmediato repite su letanía y sin importar la edad del posible comensal le insiste en llamarlo joven. Pasos adelante un señor muestra al viandante un artilugio para hacer pompas de jabón. “Para los nietos llévelo, llévelo”.
A un costado de él, sobre una carretilla un joven con rasgos indígenas ofrece dulces. Gomitas, chicharrines, churritos salados y con picante, semillas de calabaza, comúnmente conocidas como pepitas, componen su oferta de productos.
El siguiente puesto promueve gafas para el sol. “Son Eagle eyes. Son originales y le damos garantía”, promete el vendedor.
En la esquina con la 2 Norte hay un puesto de periódicos que abarca ambos lados de la acera. A un lado está un chico que custodia una cubeta. Ésta tiene cacahuates en diversas presentaciones cubierta con un plástico auto adherible. “Tenemos también chapulines, pruébelos. Están frescos”.
Los siguientes puestos ofrecen labiales, maquillaje, gafas, perfumes, chanclas para baño, estropajos, jabón y demás enseres para el aseo personal, gorros, bufandas, suéteres, dulces y un pequeño stand de los Testigos de Jehová, donde tres mujeres tratan de interceptar el paso de los peatones para que tomen los trípticos que ofrecen. Ninguno les hace caso y literalmente las ignoran, pero ellas persisten. Ninguna cesa en el intento.
Destaca un puesto con imágenes de diversos sitios de Puebla capital. Una mujer rolliza ofrece tortas compuestas. “Son a 25 pesos, tenemos de milanesa, carne enchilada y huevo con longaniza. ¿Se la pongo en una bolsa?”, recita maliciosa mientras pregona su mensaje con el sutil albur que hace sonreír a uno que otro hombre que frente a ella camina.
Siguiendo hacia el norte sobre la misma vialidad se encuentran dos puestos más. Son amplios y el color de sus estructuras son diferentes al blanco con azul del resto. Ambos venden tacos de carne asada. Los están junto a un sitio de taxis y un paradero de unidades de trasporte público o colectivas. En total son 38 los comercios informales que este lunes operaban.
Frente al nosocomio se encuentran apostadas ocupando uno de los carriles disponibles, cinco unidades del servicio del transporte de alquiler. Incluso un hombre es el que promueve la prestación a los vía andantes y a las personas que salen del hospital.
Tras insistir hace una pausa y sorbe de un envase de refresco un largo trago y con voz baja le hace comentario a uno de los choferes, que solo alcanza a sonreír. Al lado de ellos pasó una torneada enfermera, quien se dirige a una de las tiendas que están enfrente del nosocomio. Los dos la acompañan con la vista, hasta que se pierde en el interior de una panadería. Entonces, el pregonero reanuda sus gritos.
De acuerdo al artículo 191 cuarto del Capítulo II BIS de la Ley Estatal de Salud de Puebla cita que “se prohíbe el comercio ambulante, o comercio en puesto semifijo en un perímetro de cien metros a la redonda de los centros de salud, clínicas y hospitales de los integrantes del Sistema Estatal de Salud”.
Sin embargo, esta regla no es respetada por los ambulantes quienes están plenamente identificados y homologados afuera del nosocomio y la clínica, instalados sobre las banquetas con el uso de estructuras para la venta de sus productos.
MPL