¡Feliz Navidad!
Ciertamente vivimos tiempos difíciles y el mundo no atraviesa por su mejor momento; pero Dios sigue en control de su universo. Probablemente lidias con problemas personales complejos. Soledad, abandono, traición, enfermedad, culpa, ira, rencor, amargura, desesperanza, abusos, heridas emocionales.
Dios lo sabe todo. Él sigue sanando mentes, cuerpos y almas. Te creó. Te conoce a profundidad, y te ama. Probablemente eres prisionero de algo que has querido dejar una y otra vez, pero sigues esclavizado a esa adicción o a ese hábito. Dios sigue liberando a los cautivos. Dios continúa perdonando y transformando vidas.
Probablemente para ti esta época esté marcada por un sentimiento de vacío y tristeza. Dios no ignora tu dolor. Él está dispuesto a alcanzarte con su toque divino. Dios quiere estar no solamente contigo, sino en ti, todos los días de tu peregrinar en esta tierra. Probablemente piensas que, a diferencia de otros, tú estás bien y no necesitas nada; pero en el fondo sabes que no es así.
Dios puede lidiar con eso y mucho más. De eso se trata la Navidad, pero es fácil perderlo de vista. Hace unos días fui al centro comercial “Galeria” en Dallas, que alberga el árbol de Navidad más grande de interiores de Estados Unidos. Instalado en el centro de la pista de hielo, su altura alcanza los cuatro pisos del establecimiento, y está decorado con 450 mil luces “led”. El árbol se ha convertido en un atractivo turístico de la época.
Algo que suele pasar desapercibido, es que en su base tiene el logo “The Salvation Army”, o “El Ejército de Salvación”, que es una organización sin fines de lucro que se dedica a predicar a Jesucristo y a ayudar a los que están en necesidad. Me pareció muy ilustrativo. Jesús es la razón de la Navidad, pero lo perdemos de vista. Lo maravilloso es que él no nos ignora ni se olvida de nosotros.
“He aquí que una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros”, Mateo 1.23. Dios se hizo humano para estar contigo. Jesús vivió la vida perfecta que nos es imposible, y se ofreció a sí mismo para pagar por nuestros pecados en la cruz y otorgarnos su paz. Él vive y quiere entrar en tú corazón y hacer todo nuevo en ti. Cree en él. Entrégale tu vida. Pídele que te salve, y lo hará.