El almacén y la fábrica
Hay un pasaje en el capítulo XXIII de la nivola Niebla de Miguel de Unamuno que, por asociación de ideas inmediata, me hizo pensar en el filósofo Jaime Balmes, cuyo El criterio leí cuando era adolescente.
La zona del libro de Unamuno es ésta:
“Ay, amigo Pérez, el erudito es por naturaleza un ladronzuelo; se lo digo a usted yo, yo, yo que lo soy.
Los eruditos andamos a quitarnos unos a otros las pequeñas cositas que averiguamos y a impedir que otro se nos adelante.
-Se comprende: el que tiene almacén guarda su género con más celo que el que tiene fábrica; hay que guardar el agua del pozo, no la del manantial”.
La frase se apoya en un célebre aforismo de Balmes, una excepción -junto con Schelling- de precocidad filosófica, y el apotegma es éste: “un genio es una fábrica; un erudito es un almacén”.
Así comprendemos mejor el diálogo entre Antolín S. Paparrigópulos y Augusto Pérez.
Las virtudes comentadas no son necesariamente enemigas. Alfonso Reyes fue, sin género de duda, almacén y fábrica.