Estado laico y ‘Dos papas’
Esta semana tuvimos una iniciativa por parte de una senadora de Morena en la que el tema de México como Estado laico se puso, aterradoramente, sobre la mesa de nuevo. Aunque se rechazó que fuera intención de la Presidencia, no cabe la menor duda de que muchos escenarios y preocupaciones se encendieron solo por ello. Pero también fue una semana en la que el papa Francisco abolió el secreto pontificio en materias de abuso sexual, lo cual también ha puesto a muchos a debatir, aunque francamente no me imagino algún argumento en contra de esta acción que tenga la menor valía. Sea como sea, son tiempos en los que la religión y las instituciones están en la mente, el corazón y las preocupaciones de todos y resulta que tenemos una película extraordinariamente atinada, que a partir del viernes ya se podrá ver por Netflix, su productora, que trata con un tema más que relevante para todos estos temas y mucho más.
Los dos papas es, sin duda, un ejercicio de imaginación basado en hechos reales que no pretende ser un documental pero sí narra algo que pasó. Cuando el papa Benedicto abdicó, tuvo muchas conversaciones con el ahora papa Francisco. Y sabemos bien que, sin la menor duda, no había un mismo punto de partida en lo que a posturas eclesiásticas e incluso políticas se refiere. Benedicto tenía que irse, y la cinta sí deja saber que el tema del padre Maciel tuvo mucho que ver con la crisis de conciencia que lo hizo tomar esa impactante decisión, pero siendo sin duda el más arduo conservador, saber que quien seguramente se quedaría en su lugar era alguien mucho más liberal y con una visión muy diferente de su misión como hombre de Dios, pues eso no ha de haber sido fácil. Ese, y no la pederastia, es el tema de esta cinta. Y vaya que es extraordinaria, no solo por la dirección de Meirelles, o el guion (antes obra de teatro) de Anthony McCarten, sino por las discusiones que dispara entre los que la han visto.
Hemos discutido mucho sobre lo benevolente que es la cinta con la institución y sus fallas, pero vale mucho la pena por otros motivos. Por supuesto que cuando aparecen referencias a un pasado dudoso en la Alemania nazi de Ratzinger yo quería escuchar más. Pero solo se estableció. De la misma manera, el director hizo referencia al líder de los Legionarios de Cristo como una de las grandes vergüenzas del papa saliente, pero no se queda ahí. Y es que lo que esta cinta busca, y a mi parecer logra, es mostrarnos una historia de conciliación entre dos posturas opuestas en tiempos en los que el mundo no podría estar más polarizado. Eso es, probablemente, más necesario que retomar una denuncia que sin duda no dejaremos ir. Curiosamente es el actual papa de quien nos enteramos más, sobre todo de temas del pasado que quizá solo en Argentina y entre los muy doctos en la materia se habla y aún se resiente. Vaya, como dijo el director, es una cinta más de política que de religión. Trata de humanos, aquellos que para tantos son lo más cercano a Dios que existe, mostrando que errar y arrepentirse es, en muchos casos, el único camino. Que todo esto sea con las magistrales actuaciones de Anthony Hopkins y Jonathan Pryce... eso sí es celestial. _
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