En el "túnel de la risa" de mayor tráfico ferroviario
Más de medio siglo en funcionamiento y 86 años de historia tiene el túnel de Recoletos que conecta las estaciones de Atocha y Chamartín. El primero bautizado como «túnel de la risa» por la atracción de feria y por lo que tardó en construirse por diversos avatares. Desde el pasado mayo está cerrado en su primera reforma integral desde que entró en servicio en 1967. Adif está sustituyendo las viejas vías sobre basalto por una placa moderna que acabará con el traqueteo de los trenes en el tramo de mayor uso ferroviario de toda la red española. Más de 200.000 viajeros y 470 trenes (el 98% de Cercanías), circulan por esta paso subterráneo que está cerrado desde el pasado 9 de mayo.
Con el objetivo de afectar lo menos posible a los usuarios, los técnicos de Adif han diseñado los trabajos en tres turnos durante los siete días de la semana. Según explica Abel Rajo, gerente del área de Infraestructuras de Adif, cada día hay entre 120 y 130 personas en la obra, cuyo plazo de finalización es el próximo noviembre, si bien Rajo aclara que será en esa fecha cuando se ponga en servicio el túnel pero continuarán realizándose operaciones menores en las horas de mantenimiento.
Bajo tierra, ya se han retirado las 35.000 toneladas del basalto original, así como los 15 kilómetros de vía en parejas. En el túnel desnudo se pueden ver los más de treinta años de construcción que se ha ido modificando en cada tramo. «Es un ejemplo de la evolución de la ingeniería, puesto que se fueron utilizando diversos sistemas de construcción», cuenta Pedro Soto, subdirector de operaciones constructivas de Adif. Una de las curiosidades que se pueden encontrar bajo las bóvedas de ladrillo es el antiguo apeadero de Atocha que, bajo tierra, era la parada de los usuarios del Cercanías antes de que se construyera el intercambiador en la estación. «Entonces se selló pero está tal y como se dejó en su momento», añade Soto.