El 28F es la fecha mágica para calibrar la salud del andalucismo, si es que esto existe,mediante discursos, medallas, banderas y voces entonando el himno. Es así cada año, una semana antes de que arranque la Cuaresma al calor del entierro del Carnaval. No hay mucho más, porque se ha demostrado que el nacionalismo andaluz no fue más que una herramienta de cohesión a comienzos de la democracia, un pegamento ante el centralismo de la UCD, un cuerpo moribundo en los últimos tiempos y una cuestión de nostalgia para los que aún se acuerdan del PA.