Ruta croata para basketmaníacos
Hubo una época en la que los aficionados al baloncesto vibrábamos en los años 80 y 90 con las hazañas de los equipos croatas entre los que destacaban la Cibona de Zagreb, ahora KK Cibona, y la Jugoplástica de Split, en la actualidad KK Split. Mi afición por este deporte hizo que uno de los primeros destinos europeos que quise conocer fuera Croacia y hacer una ruta por las ciudades más emblemáticas del baloncesto europeo.
La primera población que visité fue Zadar, en la costa dálmata, en cuyo equipo, el KK Zadar, militaron algunos jugadores emblemáticos como Stojko Vranković o el serbio Dejan Bodiroga. La localidad fue un puerto importante durante la Edad Media y experimentó una época de florecimiento en la que fueron construidos palacios e iglesias como la de San Donato. Desde su paseo marítimo se pueden vislumbrar una multitud de islas que conforman el archipiélago de Zadar. Es imprescindible contemplar una puesta de sol mientras se escuchan los sonidos del Órgano de Mar, una obra arquitectónico-musical creada por Nikola Basic que produce un concierto permanente que tiene al viento, al oleaje y a las mareas como instrumentos musicales. Por último, una visita imprescindible en Zadar es la exposición permanente de arte sacro conocida con el nombre de El Oro y la Plata de Zadar.
A unos 90 kilómetros al sur de Zadar se encuentra Sibenik una localidad mítica para los basketmaníacos por ser la ciudad natal de uno de los mejores jugadores de baloncesto de la historia: Drazen Petrovic. Esta villa, que vivió su época de esplendor bajo dominio veneciano, es muy conocida por la Catedral de Santiago, un monumento histórico protegido por la UNESCO que es a su vez una de las construcciones religiosas más destacadas de Croacia. Sibenik es un buen lugar para degustar un buen vino en las centenarias bodegas locales mientras se recuerdan los hitos deportivos de los hermanos Petrovic.