Rubén Limas Telles: ¿Modelo chino? ¡Sape gato!
Distintos voceros oficialistas han abogado desde finales del año pasado por un giro “heterodoxo”: imitar el modelo Chino. El gobierno parece más que dispuesto […]
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Distintos voceros oficialistas han abogado desde finales del año pasado por un giro “heterodoxo”: imitar el modelo Chino. El gobierno parece más que dispuesto a asumir ese rumbo. Ahora bien, ¿qué significa la “chinización”? Se trata de hacer potable el deseo impresentable de establecer la liberalización económica en simultáneo con el totalitarismo político.
Por Rubén Limas Telles
En China existe un régimen soportado por un partido único (el partido comunista), no existe pluralismo, ni libre prensa, ni libre opinión, no hay libre sindicalización, ni derecho a huelga, ni contratación colectiva, ni elecciones libres, justas y competitivas. Pero si existe, un capitalismo salvaje y cruel. Lo ancho para las trasnacionales, lo angosto para los trabajadores. Es un sistema tan hermético que la última protesta significativa registrada ocurrió en 1989, en la Plaza Tianamén, la represión fue tan brutal y nunca se supo el número de víctimas.
Muchos enfatizan los logros económicos y tecnológicos de esa inmensa nación. Sin embargo, una cosa es el turismo y otra la residencia. La ONG Labour Service and Education Network y su vocero, el joven PakKinWan, revela en una reciente entrevista para eldiario.es, lo mucho que el PSUV ignora o dice ignorar del modelo chino: “las jornadas [de trabajo] pueden alcanzar fácilmente las 12 horas al día, seis días a la semana. Es durísimo. Pero esto tiene una razón de ser: el salario básico en China, que es el que les paga la fábrica, es tan bajo que no les da para vivir en la mayoría de ciudades” Estas son algunas de las conclusiones de quienes están en el paraíso chino, su perspectiva es mucho más penetrante que la de quienes visitan como turistas.
¿Hay algún otro país que logró efectuar esa “chinización”? ¡Pues sí!, Cuba, que en la década de los 90s atravesó lo que la cúpula fidelista denominaron el “periodo especial” tras la caída de la URSS, desde entonces emprendieron el camino de “liberalizar” lo económico sin reformar lo político. Hoy tienen un importante número de inversiones extranjeras en el ámbito turístico, se abrieron a reconocer la propiedad privada (de los capitalistas extranjeros) y los visitantes logran ver el esplendor que los nacidos allí no verán
Aquí ya estamos viendo los cambios: Los bodegones, el “arancel cero”, la dolarización de facto, impuestos en dólares, dolarización de la banca, privatizaciones -para los panas- concesiones de operaciones de empresas públicas a corporaciones privadas, entrega de la soberanía a nuestros deudores (Rusia, China) pero claro, todo sea por el bienestar de la cúpula en el poder. El bienestar de la gente no entra en las prioridades.
¿Es deseable la promesa de cierta prosperidad económica sin democracia? Yo diría: “Sape Gato”, ¡Yo quiero más y mejor democracia!
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