Pelé y Diego grandiosos - El Nuevo Diario
No hay algo más apasionante para un cronista que discutir sobre dos genios inagotables, involucrados en una polémica interminable, después que su grandeza ha sido embotellada. Y esa es la posibilidad dorada que han estado ofreciendo Pelé y Maradona, cuando son colocados sobre el tapete de las discusiones
¿Quién fue el mejor?
Ellos fueron tan grandiosos, que dejaron huellas que el paso del tiempo nunca borrará y que permanecerán grabadas por siempre sin perder actualidad. Cada uno estuvo en cuatro Copas, Pelé en la de 1958, 1962, 1966 y 1970, en tanto Maradona fue visto en las de 1982, 1986, 1990 y 1994. Pelé dijo “no más”, mientras Brasil entero le solicitaba estirar su esfuerzo a la de 1974 en Alemania, y Maradona fue sacado del escenario por problemas de dopaje mientras estaba impulsando a Argentina hacia lo improbable en la Copa de 1994 en Estados Unidos.
Pelé entró asombrando
En su momento, Pelé dio la impresión de ser un producto de la fantasía. Su capacidad para improvisar, esa facilidad para desequilibrar, la habilidad para gambetear, picar, retroceder, aplicarle variantes a sus maniobras sobre la marcha y sobrevivir al juego destructivo quedaron certificadas desde su impresionante presentación de credenciales en el Mundial del 58, cuando apenas tenía 17 años, una edad improbable para robarse el show y saltar bruscamente al estrellato, como lo hizo asombrando al planeta.
Con Brasil buscando casi con desesperación su primera Copa del Mundo después del trágico “Maracanazo” en 1950 y el naufragio en 1954, sus impactantes actuaciones frente a Francia y Suecia en semifinales, marcando cinco goles, forman parte de la antología del asombro en el futbol. En Chile 1962, lesionado muy temprano en el duelo con los checos, el segundo juego de Brasil, fue limitado al gol conseguido contra México y obligado a abandonar la trinchera cediéndole sitio a Amarildo, que creció vertiginosamente convirtiéndose en una de las figuras estelares de aquel equipo que tenía a Garrincha, Vava, Nilton, Santos, Didi y resto de una constelación de estrellas que garantizó el bi-campeonato aún sin el aporte de Pelé.
- 17 es la edad de Pelé cuando debutó en Copas impulsando a Brasil a su primera conquista en 1958
Sin respaldo y “triturado” por el futbol quebranta-huesos de los búlgaros, Pelé solo pudo contribuir con un gol de tiro libre en ese juego ganado por 2-0 en el Mundial de 1966 en Inglaterra, mientras Brasil era eliminado en la primera etapa consecuencia de derrotas inapelables por 3-1 frente a Hungría sin Pelé en el terreno, y Portugal, con “El Rey” cojeando, inutilizado.
Fue en 1970 que Pelé, como si pretendiera fortalecer definitivamente su reputación, ofreció pruebas fehacientes de su calidad fuera de serie. Jefeando una galería de fulgurantes astros como Gerson, Tostao, Jairzinho, Rivelino, Carlos Alberto y Clodoaldo, Pelé dejó estampado su sello en el pase a Jairzinho derrotando a Inglaterra; el amague de increíble geometría frente a Uruguay, que dejó con la boca abierta al arquero Mazurkiewicz, a la defensa uruguaya y también a casi 80 mil espectadores; en aquel disparo desde el “más allá” que nadie sospechó contra Checoslovaquia, mientras el arquero Víctor se sentía desorientado por el asombro; y en el cabezazo espectacular encima del defensa italiano Burnich culminando una aparición fantasmal, y por supuesto, su mayúscula incidencia.
La aparición de Diego
En la época en que el futbol total alcanzaba su mayor grado de desarrollo, precisamente cuando las marcas en toda la cancha eran más duras y asfixiantes, en el momento en que se necesitaba tener un ojo en la parte de atrás del cuello para poder conseguir un verdadero sentido tridimensional de la cancha y la ubicación de la pelota, apareció Diego Maradona, el chavalo que fue descartado prudentemente por César Luis Menotti contra el criterio de los expertos días antes del Mundial de 1978 en Argentina. Lamentos de Diego a un lado, se convirtió en la figura más resplandeciente en el Mundial Juvenil de 1979, y comenzó a abrirse paso hacia la gloria.
- 4 es la cantidad de Copas del Mundo que disputaron Pelé y Maradona.
Aún sin la madurez requerida, y como parte de un equipo desprovisto de la sincronización requerida para ser competitivo, Maradona naufragó parcialmente en el Mundial de España en 1982, torneo en el cual terminó expulsado, y después de una dificilísima experiencia en el Barcelona de España, batallando con la hepatitis y mil inconvenientes, pasó al Nápoles del exigente futbol italiano. Fue en esa Liga que el gran jugador consiguió mostrar su inmensidad sacando al Nápoles de las tinieblas y llevándolo a la orilla del arcoiris. Con Diego marcando 115 goles en 259 juegos, el Nápoles conquistó dos Campeonatos de Italia, una Copa, una Supercopa y una Copa UEFA.
En el Mundial de México en 1986, instalado ya en la azotea de la grandiosidad, Maradona deslumbró con su versatilidad, fucionando como caudillo de un equipo no favorito, que conquistó su segunda y última Copa, brindando una demostración de astucia, destreza y capacidad de realización, quizás irrepetible. En 1962, Pelé fue sustraído por la adversidad de una lesión de la alineación brasileña, pero el equipo auriverde siguió funcionando con la precisión de un reloj suizo y el ímpetu destructivo de un maremoto. ¿Hubiera sido capaz la Argentina del 86 de soportar la “amputación” de Maradona? ¿Cuáles hubiesen sido las variantes frente a Inglaterra, Bélgica y Alemania?
Pelé fue más completo
Escoger al mejor entre dos genios es un atrevimiento mayúsculo, pero la voracidad periodística muchas veces impulsa al cronista a enfrentar ese reto. Pelé en su época y Maradona brillando más adelante, son comparables. Y aunque discutir la grandiosidad de Pelé con méritos en la conquista de tres Copas, es como intentar hacerlo con la brillantez del sol, la más exuberante demostración de cómo cargar sobre las espaldas con el peso de un equipo fue la que brindó Diego en aquel 1986, en la conquista de su única Copa, agregando que sin marcar goles en el Mundial de 1990 realizado en Italia, llevó al equipo argentino a disputar la final que perdió con Alemania.
- 1986 fue el año de la consagración de Diego haciendo Campeón del Mundo al equipo argentino.
Quedó la impresión que Pelé era más completo. Golpeando la pelota con su cabeza y disparando con soltura, poder y precisión con las dos piernas, virtudes fuera del catálogo de Diego, el Rey dominaba el escenario. Admitiendo ligeras y casi imperceptibles diferencias en otros aspectos, no podemos decir que Maradona era más imprevisible, ni más hábil en los espacios cortos, ni con mayor sprint, ni más desorientador, ni más trascendente jugando para los otros con gran efectividad, pero sí lució como más caudillo. En eso superó a Pelé como lo demostró llevando al Napolés en Italia, y también a la Selección de Argentina a elevaciones insospechadas.
¿Quién mejor? Sin duda, un excelente material para discusiones interminables.
(Para leer más, en el libro “Solo fieras”).