Brasil duplicó favelas en 10 años y la inseguridad alimentaria ya afecta al 55% de los brasileños
El aumento de la inseguridad alimentaria, el alto desempleo y la caída de los ingresos en los últimos años provocaron una explosión del número de favelas en Brasil que en 10 años, más que duplicaron su presencia en las ciudades brasileñas.
Según cálculos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) divulgados hoy, el número total de "asentamientos subnormales" (favelas, palafitas, entre otros) pasó de 6329 en 323 municipios a 13.151 en 734 ciudades entre 2010 y 2019.
Caracterizadas por unas normas urbanísticas irregulares y por la falta de saneamiento básico, las viviendas en estas condiciones aumentaron de 3,2 a 5,1 millones en el periodo, apuntó Folha.
Pero además creció la inseguridad alimentaria, que se potenció con la pandemia de Covid-19.
Casi 20 millones de brasileños pasan 24 horas o más sin tener qué comer. Otros 24,5 millones no tienen certeza de cómo harán para comer a diario y ya redujeron lo que ingieren: en cantidad y calidad. Otros 74 millones de brasileños viven sin saber si les acabará pasando lo mismo.
El sondeo se realizó en 1662 hogares urbanos y 518 rurales, antes del repunte inflacionario de los últimos meses, lo que posiblemente agravó estos números.
En total, más de la mitad (55%) de los brasileños sufría algún tipo de inseguridad alimentaria (grave, moderada o leve) en diciembre pasado, reseña una encuesta de la Red Brasileña de Investigación sobre Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional (Rede Penssan) pubicada hoy por Folha.
Según una encuesta de Datafolha para el Instituto Brasileño de Defensa del Consumidor (IDEC), desde que empezó la pandemia de coronavirus, los brasileños comen más alimentos ultraprocesados y baratos. Los adultos de entre 45 y 55 años fueron los que más aumentaron este tipo de consumo, pasando del 9% al 16%.
Xinhua
Los datos del IBGE muestran que la inseguridad alimentaria había disminuido en Brasil desde 2004, pero volvió a aumentar en todas sus formas a partir de 2014, por la fuerte recesión de 2015-2016, que contrajo el PBI en un 7,2%.
Desde entonces, el crecimiento promedio de la economía fue mediocre, mientras Brasil atraviesa una aguda crisis fiscal y se le suman el impacto de la pandemia y la gestión autoritaria de Jair Bolsonaro.
En este escenario, prevalece la creación de empleos informales y peor pagados que aplanaron los ingresos de los más pobres. En esos hogares, casi todos los ingresos se destinan a comida, transporte y vivienda.
La inflación oficial acumulada entre fin de 2014 y el pasado mes de septiembre fue del 47,5%; y el valor del dólar se más que duplicó, con impacto directo en los precios de los alimentos y en los costos de producción, como los fertilizantes importados.
Aunque Brasil es uno de los mayores productores mundiales de soja, carne y maíz, los precios de estas materias primas se negocian en dólares, la moneda en la que se han refugiado muchos brasileños más ricos en estos momentos de incertidumbre política, económica y fiscal, lo que presiona sus precios, añadió Folha.
Folha también explicó que el sondeo realizado por los investigadores que validaron en el país la Escala Brasileña de Seguridad Alimentaria utilizada por el IBGE, buscaba dar seguimiento a las encuestas del organismo estatal, realizadas cada cuatro años como anexo a la Encuesta Nacional por Muestra de Hogares (Pnad) y a la Encuesta de Presupuesto Familiar (POF).