El título español alude a esa película de Haneke sobre una pianista que aún se nos aparece en alguna pesadilla. La referencia sería inevitable, aun sin darnos la pista: son dos obras secas, a veces casi irrespirables pero precisa y nítidamente dibujadas, sobre una mujer que es como un misterio envuelto en un enigma, que diría el poeta. Se parecen también en ofrecer un incandescente espectáculo casi «documental» sobre una actriz perfecta «at work»; es bueno saber que Isabelle Huppert, ese axioma del cine europeo, tiene casi su igual en esta Corinna Harfouch, una veterana a la que descubrimos cuando lleva más de un centenar de títulos rodados. Qué recital, una esbozo de sonrisa, un giro de ojos, esa forma de andar como un vector o un dardo disparado, resultan más elocuentes que una franquicia de superhéroes.
Lara (este es el sencillo título original) no es profesora de piano sino funcionaria jubilada pero guarda una relación especial con la música y con ese instrumento, que solo se revela en el soberbio final. Mientras, ha pasado toda una vida dirigiendo los estudios de piano de su hijo, hasta el extremo de la asfixia. He aquí una diferencia con la pianista de Huppert: esta Lara es más bien sádica que masoquista, y la suma de maldades que le conocemos nos hace preguntarnos por el interés del director en trazar el retrato de semejante arpía. Una mujer sola y Terminal que, como el suicida Maurice Ronet en «El fuego fatuo», emprende una ronda de sus seres cercanos con un resultado que hiela el corazón, si no lo tuviera de hielo, como las teclas de un piano esperando el contacto de una mano humana que lo haga despertar.
Valoración de ABCPlay
Antonio Weinrichter
