Sigue aún recientes las imágenes de las colas en el techo del mundo. Un atasco que le costó la vida a varias personas y que puso de relieve la masificación del Everest. Fenónemo que provocó las críticas airadas del mundo del alpinismo, pero que no parece haber calado en el gobierno de Nepal, que esta misma semana confirmaba que no variará su política de expedición de permisos para ascender a la cima del mundo.
Según confirmó el Departamento de Turismo de Nepal, se seguirá aplicando la misma política que hasta ahora. Fomentando las ascensiones que son uno de los negocios más lucrativos del país. El turismo en el Everest crea alrededor de 300 millones de beneficio para Nepal, que planea, eso sí, elevar la cuota que debe pagar cada montañero que quiere subir la montaña.
Por cada alpinista que contrata a una agencia para subir al Everest, alrededor de 10.000-12.000 euros se los queda el gobierno, aunque el negocio va más allá, porque es uno de los motores económicos del país. Cada uno de los montañeros debe ir acompañado de un sherpa, que en su mayoría son nepalíes.
Por todo esto, Nepal no está dispuesto a acabar con su gallina de los huevos de oro y pretende multiplicar esas cifras si es posible.
Poco o nada le importan las muertes de 11 montañeros (9 de ellos en la vertiente nepalí) en la última campaña. De hecho, los responsables no creen que haya sido la masificación la culpable de esas muertes.
Desde el mundo del alpinismo se había pedido que se limitara el acceso y que solo personas que puedan acreditar cierta experiencia en la montaña pudieran solicitar el permito de ascensión al Everest, pero el gobierno de Nepal ha declinado ya esta posibilidad y aboga por aumentar los precios de los permisos como única fórmula para frenar el deterioro de la montaña.
