Y Puigdemont entró por la Diagonal
Desde que el mundo es mundo, los gobiernos democráticos débiles son caldo de cultivo de movimientos populistas. De aquellos que hablan en nombre del pueblo, que se arrogan la representación de toda la ciudadanía, que conciben la sociedad como si de un cuerpo se tratara, los que solo se encuentran cómodos con la uniformidad ideológica e identitaria. Naturalmente, para los idólatras de lo homogéneo, la diferencia siempre es vista como disidencia, y la disidencia es como un cuerpo extraño en el edificio monolítico del esencialismo. Ejemplos hay muchos, paralelismos, también hay multitu ...