Presión y fanatismo
A mi parecer, insisto, como resultado de la descomposición del sistema político de gobierno, y su malogrado ejercicio, el deterioro social se vino sembrando de odio entre la población.
Es diario: asesinatos, feminicidios, violencia laboral, intrafamiliar, vecinal, social, divorcios y abandono de responsabilidades; el actual presidente de la república no se salva, pero tampoco los partidos políticos, las y los periodistas -y sus fobias-, el mundo artístico y el intelectual, o por tener preferencias sexuales diferentes, hay odio y sentencia contra mujeres que en uso de su libertad abortan, hay abandono de recién nacidos, entre clases sociales, en el sector educativo y un largo etcétera que concluye en la transgresión de los derechos humanos de la población. N
o veo cómo superaremos esta crisis alimentada de un egoísmo enfermizo.
Nada nos da paz ni tranquilidad; discrepamos, nos oponemos en automático, nos burlamos, descalificamos al de enfrente y defendemos cada quien la erosión de nuestro cerebro.
Hay crispación en México entero.
¿Por qué somos así? ¿Qué nos ha llevado a considerar que nuestra idea es mejor que la de otros? ¿Por qué tanto forcejeo? ¿No mostrar una calidad humana?
La pandemia del CoVid-19 ha acentuado más estos latigazos.
La llamada partidocracia, infaltable, alienta las diferencias, hoy su discurso es la antítesis del arte de la política.
Todos rechazan a todos y su premisa se traslada a la calle, a la sociedad en su conjunto. La corrupción, el cáncer que nos carcome, se introyectó y ahora -hace tiempo- pagamos sus consecuencias.
Su aplicación, por sistema, prostituyó a la élite gobernante que pronto prostituyó la vida diaria.
La conducta de las y los mexicanos -en una generalización injusta- ahí está, conjuga plenamente el verbo chingar.
Y sí, hay que reconocerlo y decirlo: la división de clases sociales matiza la existencia de la población.
Cualquier tema, propuestas y proyectos nos confronta, nada sirve. La presión social de unos cuantos se entinta de fanatismo.
Piden la renuncia de uno cuando 70 años atrás solo dos partidos gobernaron y sembraron este odio que hoy los desenmascara.