«Es el trabajo más emotivo que he hecho en mi vida», relata emocionado Manolo Díaz, quien trabaja en Bicicletas Integral, un taller que lleva construyendo vehículos de dos ruedas no motorizados desde hace ya 40 años. Al recordar el tándem que ha creado para Laura Boullosa, una niña de 13 años con parálisis cerebral, no puede evitar su entusiasmo. Esta aventura en busca de la sonrisa de la pequeña empezó a principios de verano de 2019, cuando la madre de Laura, Mónica Rodríguez, llamó a Manolo en busca de la manera de que la niña pudiera montar en bicicleta. En aquel momento, desde Bicicletas Integral se pusieron manos a la obra para conseguir el tándem perfecto. Y lo consiguieron en el mes de agosto, cuando la familia Boullosa Rodríguez puso rumbo desde la localidad pontevedresa Arcade, su lugar de residencia, hasta Monforte, en Lugo, donde les esperaba con ilusión su nueva bici.
«El tándem», explica Manolo, «está completamente adaptado a las necesidades de la pequeña». Tanto es así, que se trata de un modelo exclusivo para ella, conseguido tras varios días de pruebas para que todo estuviese perfecto para Laura. «Lo primero que necesitaba era que la niña se sentase en la parte de delante, porque sentarla detrás no nos parecía inviable», afirma el trabajador de Bicicletas Integral. «Además, también me habían pedido que el tándem tuviese las medidas máximas para ir en autocaravana, ya que sus padres aprovechan cualquier descanso para llevar «la casa a cuestas»», señala bromeando Manolo Díaz. Con ellos en Monforte, hicieron las pruebas pertienentes. Mónica Rodríguez explica que tuvieron que «hacer muchas pruebas, tomar medidas; también hubo que adelantar el asiento trasero, y atrasar el delantero», apunta. «Por otro lado, el manillar tuvo que hacerse más largo, para conseguir que mi marido pudiese controlar el tándem por los dos», añade.
El funcionamiento de la bicicleta es, aunque a priori no lo parezca, muy sencillo. Laura tiene su propio manillar, aunque no influye en la circulación, simplemente le sirve a la pequeña para sentirse segura; también tiene unos pedales, para los que no necesita hacer fuerza, pero que tienen que moverse para que funcione el tándem. Por otro lado, su padre, Pedro Boullosa, es quien normalmente lleva el vehículo; se sienta detrás de ella, muy cerca controlando que todo esté correcto. A partir de ahí, la pequeña solo tiene que disfrutar del aire fresco que le acaricia la cara cuando pedalea. «Es una manera de que haga ejercicio físico, lo que también mejora su salud mental, puesto que muchas veces, si no están motivados a hacer algo, pueden sentirse mal e incluso estar enfadados», refleja Manolo Díaz.
«Implantar un motor»
Laura y Pedro pudieron probar la nueva bicicleta de la pequeña y tienen una nueva petición: «El padre quiere implantar un motor, ya que está llevando a dos personas, y es más complicado», explica Manolo Díaz. Mónica Rodríguez, por su parte, apunta que consideraban necesaria la introducción del tándem en sus vidas, ya que «Laura se cansa mucho en distancias largas y cuando nos vamos de viaje con la caravana, a veces es necesario dar largos paseos hasta los pueblos». «Antes, nos ayudábamos con un patinete, y mi marido la empujaba, pero ahora que es más mayor era más complicado», añade. Precisamente por esto, también es necesaria la implantación del motor, para facilitar la labor de quien dirige el tándem.
Sin embargo, lleva aparcado unos meses. La pequeña Laura, debido a una operación de pies a la que ha tenido que ser sometida el pasado 30 de septiembre, no puede utilizar la bici desde entonces. «Volvemos a pasar por quirófano ahora, este mismo jueves, porque la primera intervención no salió del todo bien», explica Mónica, la madre de la pequeña. Desde entonces, la niña permanece en silla de ruedas. Aún así, dos meses fueron suficientes para que la pequeña siga con la ilusión intacta de volver a hacer el tándem perfecto con su padre.
«Felicidad absoluta»
«Todo lo que haga feliz a Laura, a nosotros, sus padres, hay que multiplicarlo por mil», señala emocionada Mónica Rodríguez. «Es una felicidad absoluta verla tan contenta», añade. Aunque los principios no fueron sencillos, ya que la pequeña se sentía un poco insegura subida en el tándem. Sin embargo, cuando cogió confianza «se le iluminó la cara y solo quería volver a subirse», recuerda su madre con emoción. «Nosotros cuando encargamos la bicicleta no sabíamos si iba a poder pedalear o cómo le iba a sentar a Laura el hecho de estar ahí subida», continúa explicando Mónica Rodríguez. Después, todos pudieron tranquilizarse cuando vieron que la niña respondía de manera muy positiva a esta idea de sus padres.
Manolo Díaz, el artífice de llevar la ilusión a la vida de la pequeña, también recuerda muy emocionado el proceso de construcción del tándem. «Lo más importante para mí era la felicidad de la niña, que pudiese darle el aire fresco en la cara», reconoce. «Es algo increíble para mí, muy gratificante. Yo sé que los niños disfrutan plenamente con la bicicleta, y yo con ellos», añade. «He realizado multitud de proyectos para la ONCE, he creado bicicletas de competición o de paseo adaptadas», destaca Díaz, pero también asegura que nunca se había sentido tan bien con el trabajo realizado.
