Desaparecer
¿Qué estaríamos dispuestos a hacer para encontrar a un ser querido que ha desaparecido?
En Coahuila, hasta agosto 2019, se tenían reportadas 2113 personas como desaparecidas; esto resulta alarmante, sobre todo, porque de acuerdo con un reporte realizado por la Unidad de Búsqueda Inmediata del Estado que está a cargo de la Fiscalía General de Coahuila, cada 55 horas se registran 143 más.
Si multiplicamos estas cifras por las madres, padres, hermanos, parejas, hijos, demás familiares y amigos que están viviendo esta situación tan dolorosa, el número de víctimas alcanza niveles muy elevados; si además se toma en cuenta que en el resto del país sucede lo mismo —sin contar los asesinatos—, estamos ante un México sumido en el dolor, el enojo y la impotencia.
En mayo de este año, en relación a desaparecidos (y muertos), las autoridades federales informaron que en Coahuila se tenían detectados cinco sitios de inhumación clandestina, mientras que el grupo de Víctimas por sus derechos en acción (Vida), señaló se habían detectado 26 cementerios clandestinos en el Estado, por lo que las cifras oficiales no siempre corresponden con la realidad.
Esta problemática ha dado pie a la formación de agrupaciones que realizan labores para dar con el paradero de sus familiares; entre muchas otras se encuentra Fuerzas unidas por nuestros desaparecidos en Coahuila (Fuundec), Familias unidas en la búsqueda y localización de personas, Voz que clama justicia por personas desaparecidas, Buscando desaparecidos (Búscame), Grupo Vida.
Algunos de estos grupos presentan iniciativas de ley, otros se dedican a buscar en cárceles o burdeles, varios de ellos dan asesoría psicológica y legal a familiares, etcétera.
Por ejemplo, desde 2015, gracias a denuncias anónimas, el grupo Vida, ha encontrado lugares abandonados que han servido de cementerios clandestinos.
Sus integrantes realizan labores de búsqueda por tierra, con la intención de que los restos humanos que han encontrado enterrados y, en muchas ocasiones, calcinados, sean revisados por las autoridades correspondientes y con suerte, determinen el ADN de la persona y de esa manera lograr su identificación.
Definitivamente esta es una realidad social que está marcando a miles de personas que, minuto a minuto, tienen que vivir, o sobrevivir, con la única esperanza de encontrar un indicio del paradero de su ser ausente y con eso, quizá, encontrar un poco de paz.