Si hubo un momento en que la convivencia entre la Consejería de Educación y las asociaciones de padres de los colegios era pacífica, de un tiempo a esta parte, tras el cambio de gobierno del que acaba de cumplirse un año, la entente cordiale parece haberse roto y las diferencias entre ambos son cada vez mayores. Seguramente en este distanciamiento ha influido que ambos interlocutores han cambiado más o menos a la vez.
En la Junta de Andalucía está desde hace un año un gobierno bicolor, formado por PP y Ciudadanos y con un consejero de Educación, Javier Imbroda, perteneciente a la cuota de poder de la formación naranja. Y en la principal asociación de padres y madres de Sevilla, «Fampa Nueva Escuela», que representa a más de 500 asociaciones de la ciudad, también cambiaron sus dirigentes ya que en diciembre del pasado año llegó una nueva directiva en la que los responsables, con Marina Jiménez a la cabeza, procedían de la plataforma crítica «Escuelas de calor» que inició sus movilizaciones hace varios años para pedir la climatización de las aulas por las altas temperaturas.
Ese fue el pistoletazo de salida para que ese movimiento, una vez que se unió a Fampa Nueva Escuela, se convirtiera en una federación de padres guerrilleros que consiguió incluso que sus reivindicaciones llegaran al Parlamento a través de una Ley de Bioclimatización ya en trámite.
Es una actitud que no parece gustar demasiado al consejero de Educación, Javier Imbroda, quien desde el minuto uno que lo dejó muy claro. Considera que la misión de los padres «está en sus casas». Lo ha dicho en varias ocasiones desde el principio de su mandato. La semana pasada fue más allá. Durante un debate organizado por CECE, Imbroda habló incluso de la necesidad de «redefinir las funciones» de las Ampas, ya que cree que algunas «han colonizado» los centros educativos, asegurando que eso no se puede permitir.
«Las Ampas se tienen que quedar en la puerta de los colegios», llegó a decir Imbroda, recalcando que deben ser los directores los que manden en los colegios e institutos. Fueron unas declaraciones que provocaron un enorme enfado en el seno de Fampa aunque, de momento, fuentes de la Consejería aseguran que no hay más y que no hay ninguna intención de elaborar ninguna normativa que pueda cambiar las funciones de los padres. Simplemente se remiten a las palabras dichas por el consejero de Educación.
Después de que Imbroda también dijera que la educación pública está «acomplejada». la Fampa mostraba su rechazo acusando al consejero de «dinamitar el consenso democrático» e insistiendo en que docentes, alumnado y familias son los tres pilares del sistema educativo». «El señor Imbroda quiere las Ampas en su casa pero nosotros colonizaremos el trono», decían. Desde Fampa Nueva Escuela, Rocío Begines, recalcaba que la Ley estipula que las familias también tienen que participar en el proceso educativo y que, cuando los padres están involucrados en la educación de sus hijos, se consigue frenar el abandono escolar.
Más movilizaciones
«Al consejero no le gustan las Ampas molestas, sino las que se dedican a hacer tómbolas para recaudar dinero para comprar lo que es responsabilidad de la administración», decía Begines. Desde la federación de padres y madres consideran que la mejor manera de «hacer valer sus derechos» es a través de la reivindicación y las movilizaciones en las calles ya que, según dicen, los escritos que presentan en la delegación de Educación «no sirven para nada». «La única manera es irnos a las calles y eso es lo que no quiere el consejero», dicen, recordando que no quieren ser «convidados de piedra» y que el consejero no se ha reunido aún con ellos.
Por ello Fampa, que defiende la educación pública, volverá el domingo 15 a la calle a manifestarse de nuevo. En los últimos meses se ha movilizado prácticamente por todo. Para insistir en la climatización en las aulas, por las deficiencias de las infraestructuras, la mejora de la calidad y la cantidad de los comedores escolares o el profesorado para los niños con necesidades especiales.
