Orihuela, tras cuatro días incomunicada: “La gente preguntaba dónde había pan”
La ciudad alicantina, sitiada por el agua, abre sus accesos y lucha por quitarse el olor a fango y el temor que en Dolores aún persiste por el hombre desaparecido
Huele a humedad y fango; hay colchones, electrodomésticos, sillas y mesas desvencijadas por todas las calles. Por todas, no. Porque el agua de las lluvias torrenciales y el desbordamiento del Segura no ha causado tantos desastres en la parte más alta y señorial del casco antiguo de Orihuela, la ciudad alicantina de 75.000 habitantes que ha estado cuatro días incomunicada, hasta la noche del domingo, sitiada por las inundaciones. Lo certifican dos señoras muy mudadas, cuyo aspecto contrastaba ayer por la tarde con las camisetas de tirantes, las batas sucias y los pantalones del color del barro de muchos vecinos que se afanaban por limpiar sus plantas bajas, sus cocinas, sus salones.