"Rocketman": la "biopic" honesta de Elton John
La idea de una cinta biográfica sobre Elton John venía gestándose años antes de que Hollywood descubriera lo redituables que son los tributos a ídolos musicales. En 1997, el cantante accedió a que su esposo David Furnish lo capturara en el documental Tantrums and Tiaras, en el que lo vemos balancear vida artística y vida privada sin filtros. En 2001, fue él mismo quien hizo un ejercicio de remembranza perfectamente dirigido por David LaChapelle en el video musical de This Train Don’t Stop Here Anymore, en el que Justin Timberlake interpreta al cantante en su condición de estrella, rodeado de los personajes claves en su vida. El año pasado lo vimos en un irresistible comercial navideño cantando “Your Song” mientras una cadena de flashbacks nos lleva hasta el crucial momento de su niñez en el que su madre y abuela le regalan un piano. La culminación de estos intentos es Rocketman, el tributo de proporciones cinematográficas que la cultura pop le debía a Elton John.
Rocketman arranca con el cantante inglés entrando a rehabilitación. En una sesión de terapia grupal, un Elton John recién bajado del escenario, enfundado en uno de los icónicos vestuarios con los que daba conciertos, rememora su niñez en un hogar disfuncional, su ascenso al estrellato, la mancuerna creativa que hizo con el compositor Bernie Taupin, sus relaciones amorosas y su adicción a las drogas. Narrada en los términos de un musical, la historia deja que sean algunas de las canciones más célebres de John las que transmitan la carga dramática de estas vivencias. Se puede decir que el catálogo de hits de Sir Elton hace el trabajo pesado, pero la afinidad entre canciones no originales y escenas de una película para la que no fueron creadas tiene un efecto que no veía desde Moulin Rouge, de Baz Luhrmann. Tanto enmarcar su biografía en la dinámica confesional de un grupo de terapia, como el ilustrarla con flashback fantasiosos rinden honor a la naturaleza de su protagonista: excéntrico, autocrítico, responsable de sus acciones, renuente a victimizarse. Mencionados mucho, mediáticamente, por tratarse de la primera vez que una película mainstream se arriesga a incluirlos explícitamente, el sexo gay y las drogas son parte de la trama de una forma no enfática, no escandalosa. Están ahí porque el personaje los acepta como parte de su identidad, no para dar un espectáculo.
El toque definitivo a este retrato lo da Taron Egerton, quien no fue la primera, ni la segunda, sino la tercera opción para encarnar a Elton John. En un rol originalmente pensado para Justin Timberlake (la opción no.1 en la mente de Elton), luego para Tom Hardy, Egerton sorprende en su apropiación de Elton, cantando con su propia voz y enfocado en canalizar la sensibilidad del personaje, más que en lograr un parecido físico.
De toda la trivia que abunda en Rocketman, la que llama mi atención es que su director, Dexter Fletcher, es el mismo hombre que terminó de hacer Rapsodia Bohemia después de que Bryan Singer fuera despedido. En una entrevista acaba de decir que está interesado en filmar la vida de Madonna.
¿Estamos entrando a una era en la que las biopics musicales serán tratadas como un nuevo universo cinematográfico, unificadas por el mismo director? De ser así, con Rocketman, Dexter Fletcher se gana nuestra confianza para verlo filmar más biografías musicales.
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