La Guardia, para las calendas griegas
En cuanto se establezca en Nuevo León la Guardia Nacional, la Policía Militar dejará de patrullar en el estado, dijo ayer el secretario de Seguridad, Aldo Fasci Zuazua.
De hecho, en no pocas ocasiones el presidente Andrés Manuel López Obrador ha dicho que el viejo modelo de patrullar se abandonaría por el establecimiento de una presencia permanente de los elementos de la Guardia Nacional en las 266 coordinaciones territoriales.
Esto significaría, en cierto sentido, que al irse la Policía Militar (gradualmente como dijo Fasci) se dejará de patrullar en Nuevo León.
En el papel todo está muy bien: el decreto que la crea se acaba de publicar en el Diario Oficial de la Federación el 27 de mayo, así que legalmente ya estamos estrenando un cuerpo que, como dice el Artículo 4, “es una institución de seguridad pública, de carácter civil, disciplinada y profesional, adscrita como órgano administrativo desconcentrado de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana”.
¿Echamos las campanas al vuelo? Momentito. La organización México SOS hizo un estudio de las 266 “coordinaciones territorial para atender la seguridad” y encontró que en 73% de lo casos coinciden con las 300 coordinaciones que había definido Enrique Peña Nieto.
¿Cómo le fue a Nuevo León en este asunto? Bueno, Peña Nieto había definido 13 regiones de riesgo para Nuevo León: Guadalupe, Apodaca, García, Monterrey, Linares, Cadereyta Jiménez, General Escobedo, Juárez, Salinas Victoria, San Nicolás de los Garza, San Pedro Garza García, Santa Catarina y Santiago.
La nueva administración solo considera siete: Guadalupe, Apodaca, García, Monterrey, Linares, Montemorelos y Sabinas Hidalgo. Lo peor del caso es que en su opinión, en seis de ellas el nivel de violencia ha sido identificado como bajo; solo se considera alto en Sabinas Hidalgo.
Como todos se han dado cuenta, por distintas razones la cobija no alcanza para todos, y durante la primera etapa se buscará concentrar la acción donde se percibe más peligro. Y Fasci dijo que somos la prioridad 22. Si consideramos las palabras por las que regañaron al secretario –por decir que ni Supermán podría con el problema estatal de seguridad– y le integramos la baja prioridad que tenemos, debemos esperar sentados a que lleguen los recursos