El escultor murciano del siglo XVIII que hizo 'milagros' con sus manos
Cuando uno contempla ese San Jerónimo viejo y penitente , ceño fruncido, barba luenga, carnes flácidas, que se castiga el pecho con una piedra mientras sujeta un crucifijo con la otra mano; o ese angelito regordete que mira con ojos consternados la mano herida de Jesús en el grupo de la Virgen de las Angustias, una dramática Piedad alejada de la tierna versión renacentista; o esa Última Cena, maravillosa apoteosis de la escenificación barroca , pura exhibición de miradas, gestos y detalles que atrapa... Читать дальше...