Un Mont Ventoux de fiesta, fantástica, fantástica fiesta
Para julio de 1974 Eddy Merckx es un hombre exhausto. No puede con el alma. ¿Dominador? Pero si se queda en cada puerto, en cada cuesta. Al menos eso dicen sus rivales, sometidos a un síndrome de Estocolmo rarísimo tras lustro de humillaciones. Porque sí, Merckx pena, pero Merckx gana. Pena en el Giro, con …
Читать дальше...