Por su gracejo lo conoceréis. Pero a José Antonio Jiménez, un gaditano de 53 años, todo el mundo lo llama por su alias, Quillo. Incluso los arzobispos de Toledo que ha conocido desde que en 1991 fue ordenado sacerdote.
Quillo es el párroco de la iglesia San José Obrero, «muy viva, la más grande de la ciudad», presume. Pero la pandemia le ha obligado a multiplicarse, como el milagro de los panes y los peces; a adaptarse a las nuevas tecnologías y hasta cambiar su residencia.
Vivía en la casa sacerdotal de Toledo... Читать дальше...