Cruzarse con muertos en el Everest
El montañero David Goettler relata a EL PAÍS su estupor al ver los cuerpos de los fallecidos en la cumbre más alta
En 1992, los hermanos Iñurrategi, Alberto y Félix, escalaron el Everest sin ayuda de oxígeno artificial. El día de cima, 28 personas salieron desde el campo 4, a 8.000 metros, dispuestas a superar los 848 metros del desnivel que les separaba de la ansiada cima. “Solo llegamos cuatro a la cima. Recuerdo lo mucho que nos costaba avanzar, la lentitud extrema, fruto de la altitud y, por qué no decirlo, de la inexperiencia”, recuerda Alberto. Con 23 años, se convirtió en el hombre más joven en lograrlo. Tanto él como su hermano escalaron en estilo alpino: acarreando de campo en campo todo lo necesario sin ayuda de porteadores de altura. El pasado 22 de mayo, el guía de alta montaña alemán David Goettler, uno de los himalayistas más respetados, quiso escalar el Everest sin oxígeno embotellado: se lo impidió una marabunta de gente que no le permitía avanzar.