Carlos Moro, presidente del Grupo Matarromera, es un mecenas renacentista de esos que andan en peligro de extinción. Tal vez por ese motivo escogiera ayer la Bodega Renacimiento de su grupo -ubicada en Olivares de Duero (Valladolid)- para hacer entrega a la directora de orquesta Inma Shara (Amurrio, 1972) de la Medalla de Oro del grupo empresarial.
Entre barricas de vino, y al compás de un cuarteto de cuerda, la directora de orquesta agradecía el reconocimiento emocionada expresando que no lo consideraba sólo a título profesional y personal, sino como una distinción a toda la cultura y, en concreto, a la música clásica. En una casa solariega del siglo XVI, como la del poema de León Felipe, y de empedrada estampa va haciendo la familia Moro el vino «Rento», del que sólo se elaboran catorce mil botellas. «La excelencia de este vino tenía que servirnos para homenajear la excelencia de esta gran profesional», explicó Moro en su intervención.
Sobre el panorama que vive la música clásica en España Inma Shara responde «que actualmente es una situación difícil. Se hace necesario que se incluya la música clásica como una asignatura troncal en los colegios para un desarrollo integral del ser humano… Yo creo que hay materias, y lo digo humildemente, en el caso de la cultura en general que tienen que estar al margen de los cambios políticos. Requieren un pacto de Estado», puntualiza.
Acerca de sus próximos proyectos, entre conciertos por todo el mundo y alguno que otro en España, confiesa sentirse realmente orgullosa de la creación de «los primeros Premios Excelencia Inma Shara, en los que se va a apoyar y a poner en valor toda la potencia musical de los jóvenes de nuestro país». Un proyecto impulsado por Lexus y que busca «dar la oportunidad a los mejores alumnos de tocar con orquestas profesionales, becarlos, etc».
Los jóvenes son una preocupación recurrente en el discurso de la directora vasca. «Es que hay un gran vacío entre lo que es el ámbito teórico y el profesional, porque en el ámbito de la música se pide mucha experiencia, pero si a cambio no se les está dando oportunidades… ¿cómo se puede generar la experiencia? Ahí es donde estamos luchando nosotros». «Se puede solventar poniendo en valor la necesidad de consumir cultura», aclara.
Su valor como referente del mundo de la cultura lo ensalza Carlos Moro cuando afirma que «Shara tiene muchísimo mérito como una de las directoras más importantes del mundo. Y, además, es mujer, con las ciertas dificultades que eso entraña… Ella no está por cuota, sino porque se lo ha ganado con esfuerzo».
Ejemplo de otros países
Y en esa coinciden ambos, Inma Shara y Carlos Moro. Este último en su afán de hombre renacentista de abarcar diversas empresas (más allá de las meramente mercantiles) en pro de la cultura. Tal vez por ello reciba a sus invitados entre tapiales de adobe y muros de mampostería con sabor a historia. «Este lugar, la Bodega Rento, se restauró para darle un uso práctico también. Es la casa familiar desde hace muchos años, pero antes, allá en el siglo XVIII, la habitaron los Jesuitas. Aquí se ha hecho, vino, queso, papel… Yo creo en ese término griego del ‘holos’», afirma Carlos Moro.
Entre esta estampa de casa linajuda con cipreses monásticos transcurrió la entrega de la medalla. Una velada cultural en un país que, como afirma la directora de orquesta, «podría tomar ejemplo de otros en cuanto a favorecer el apoyo a la cultura desde las empresas privadas… A través de un escenario de mayores desgravaciones fiscales u otros mecanismos».
