Conseguir un trabajo no es una solución para salir de la pobreza en Sevilla. De hecho, uno de cada cuatro sevillanos con empleo está en riesgo de exclusión porque sus salarios son ínfimos, lo que provoca que la asistencia social no haya podido disminur en los últimos años. Así lo atestigua de forma muy contundente la «Memoria 2017» de Cáritas Diocesana de Sevilla, presentada ayer por el arzobispo, Juan José Asenjo, y el director de este organismo de la Iglesia, Mariano Pérez de Ayala: «El empleo remunerado ya no sirve de garantía para dejar de ser pobre». Los datos oficiales lo confirman. Según la Encuesta de Población Activa del cuarto trimestre de 2017, en la provincia de Sevilla hay 206.900 personas en paro y la tasa de desempleo alcanza el 22,4 por ciento, con un 20,15 por ciento de hombres y un 25,08 de mujeres. Pero la cifra más llamativa es la del número de hogares con todos sus miembros activos en paro: 70.762. Y a esto hay que sumar las 67.799 personas desempleadas que actualmente no reciben ninguna prestación, casi el 34 por ciento del total de los parados.
Pero, según la memoria de Cáritas, esta situación tiene un causa claramente identificada: la precariedad laboral. El 96 por ciento de los contratos firmados en Sevilla en el último año son temporales y parciales. Y la tasa de riesgo de pobreza de las personas con empleo en Andalucía ha aumentado del 23,05 por ciento en 2014 al 24,45 en 2017. Un incremento muy preocupante porque, además, el paro ha descendido mientras que la pobreza de la población empleada ha aumentado. En Sevilla, concretamente, uno de cada cuatro sevillanos dados de alta tienen un salario que les impide salir del umbral de la pobreza. Por eso Cáritas ha tenido que seguir atendiendo a estas personas y el número de intervenciones en las diferentes Cáritas parroquiales se ha mantenido con respecto a 2016, aunque en este caso ha habido que prestar auxilio a un 7,8 por ciento menos de familias. Concretamente han acudido a esta institución 16.119 familias sevillanas en situación de exlusión.
«La recuperación económica no va en paralelo con el progreso social», sentenció el arzobispo ante la contundencia de las cifras recabadas por Cáritas en su informe, que desvelan una realidad desoladora. Unos 3,5 millones de andaluces, el 41,7 por ciento de una población compuesta por 8.497.841 personas, sufren pobreza y exclusión social y esa «pobreza y dualidad económica y social se manifiestan con especial intensidad en la provincia de Sevilla», ya que «tres de los cuatro barrios más pobres de las quince ciudades más pobladas de España son sevillanos, y cuatro barrios más se encuentran entre los quince que sufren mayor pobreza y exclusión», en referencia a Los Pajaritos-Amate, el Polígono Sur y Torreblanca, especialmente.
Asenjo destacó, a este respecto, «el gran servicio de la comunidad cristiana a los pobres» a través del voluntariado de Cáritas, que en 2017 logró reunir 5,5 millones de euros en la provincia para redistribuirlos entre los más necesitados. Pero al arzobispo le siguen impresionando las solicitudes de ayuda demandando recursos de primera necesidad. Casi el 70 por ciento de las personas atendidas por Cáritas necesitaba alimentos, una carencia que copa casi todo el trabajo de los voluntarios. En segundo lugar, pero a mucha distancia, están los problemas de vivienda, que son consecuencia «de la burbuja del alquiler», según denunció Pérez de Ayala. Cada vez hay más familias que demandan pisos sociales, pero esta situación confronta con la «parálisis» en la construcción de este tipo de viviendas por parte de las administraciones desde 2013 por culpa de la crisis. No obstante, para el director de Cáritas, el gran caballo de batalla es la calidad del empleo, «palanca fundamental que permite a las personas salir de la exclusión», pero siempre que éste sea en condiciones dignas.
Datos de Comisiones Obreras
En este contexto, Comisiones Obreras denunció ayer también que el 56,3 por ciento de los trabajadores por cuenta ajena en Sevilla no llegó al salario mínimo interprofesional en 2016. Este informe, basado en los datos de la Agencia Tributaria correspondiente al ejercicio de 2016, presenta un aumento del número de mileuristas, de personas que no llegan al sueldo mínimo interprofesional y recoge además un brecha del 25,33 % en el salario medio entre hombres y mujeres.
El sector más precario sigue siendo el de la ganadería, la agricultura y la pesca, con 4.665 euros de salario medio total, le siguen el del ocio (9.284) y el de la construcción (13.757).
Desde el sindicato denuncian que aunque el Gobierno diga «que la crisis está superada», cada año aumenta el número de trabajadores en riesgo de pobreza. «Los que hacemos un esfuerzo no vemos repercusiones positivas en nuestro trabajo», aseguró la secretaria de la organización, Sara de los Reyes.
Además, el Instituto Nacional de Estadística publicó también ayer su Encuesta Anual de Estructura Salarial, en la que se indica que la ganancia media anual por trabajador en Andalucía es de 21.268. El salario medio nacional es de 23.156,34 euros. Los asalariados de hostelería (14.125,34 euros) tuvieron la remuneración media más baja.
La recuperación económica es, por tanto, una nebulosa que no ha descendido hasta la mayoría de las familias y que no ha eliminado las tasas de pobreza que la crisis dejó en Sevilla. Por eso Cáritas Diocesana sigue teniendo una importancia vital en las parroquias. «Nuestros 3.000 voluntarios son la expresión de que esta sociedad sigue siendo solidaria y comprensiva y de que, a pesar de los malos datos, sigue habiendo gérmenes de esperanza», sentenció Mariano Pérez de Ayala en un acto en el que el arzobispo hizo una llamada a la caridad con una frase del Papa Francisco: «Cuando des una limosna, toca la mano del pobre».
