Ferraz y los «enredos» de Zapatero
No hay un ilustre del PSOE que no se haya enfrentado con Pedro Sánchez: Felipe González, Alfredo Pérez Rubalcaba, José Luis Rodríguez Zapatero, Alfonso Guerra… El líder socialista los tacha como «el PSOE de los notables» y se ufana en privado de que si tuvieran 35 años menos, estarían con él. Todos se posicionaron a favor de Susana Díaz. Pero más que a favor de la presidenta andaluza se colocaron contra Sánchez.
De todos ellos, el único que ha recompuesto las relaciones, habla frecuentemente con el secretario general y en Ferraz es visto como «el más cercano y leal» es Zapatero. A finales del año pasado los dos socialistas almorzaron en secreto y llegaron a un pacto de «no agresión»: el expresidente se alinearía con la estrategia constitucional y contra el separatismo de la dirección federal y esta respetaría el papel de mediación desarrollado por Zapatero en Venezuela. Y eso a pesar de que algunos pasos dados por su antecesor siguen suscitando dudas en el entorno de Sánchez.
Cese de hostilidades
De «los enredos» venezolanos, Ferraz observa con preocupación la reciente carta enviada por el exdirigente español solicitando a la oposición a Maduro la aceptación de una votación sin garantías democráticas. «Con reservas o sin ellas, la labor de Zapatero es autónoma y responde a una intención compartida de que triunfe la democracia y el pueblo venezolano deje de sufrir», apunta una fuente socialista.
El último respaldo público a la gestión de Zapatero en Caracas se produjo tras la liberación (solo temporal) de Leopoldo López. Entonces Ferraz hizo pública la llamada telefónica que Sánchez realizó a Zapatero para agradecerle «su relevante papel». Pero ante las aristas más discutidas de su gestión internacional, se ha optado por guardar silencio «y dejarle hacer».
Pero más allá de su controvertida «mediación» en Venezuela, en el entorno de Sánchez se valora el acercamiento personal por parte del último expresidente del Gobierno. Fuentes de la dirección aseguran que nadie daba un duro por el cese de hostilidades, sobre todo tras el fuego cruzado que ambos se dirigieron durante el primer año de Sánchez. Tanto que hablaban muy mal el uno del otro en privado. Para la dirección socialista, el punto de inflexión fue el apoyo explícito y entusiasta de Zapatero a Díaz, de quien fue asesor, mentor y casi coordinador de campaña.
El contradiscurso de Zapatero consistía en denunciar con amargura la decisión del «nuevo PSOE» de impugnar la reforma que él mismo impulsó, en agosto de 2011, del artículo 135 de la Constitución para afianzar el control presupuestario, logro que Zapatero relata como uno de sus hitos, al sumar la firma del entonces jefe de la oposición, Mariano Rajoy. El expresidente interpretó entonces como un auténtico «casus belli» la intención de sus compañeros tumbar esa reforma constitucional, lo que enturbió todavía más las aguas socialistas. Y eso que en 2014 Zapatero, tras la primera decisión de Díaz de no pugnar por el liderazgo socialista, apadrinó al desconocido exconcejal por Madrid, Pedro Sánchez, de la mano de Tomás Gómez y Ximo Puig, uno defenestrado meses después por el secretario general y el segundo, protagonista de relaciones turbulentas con la actual dirección, sobre todo durante el bloqueo político de 2016 y la negativa a permitir la investidura de Rajoy.
Rehabilitar a Zapatero
La intención del PSOE hoy es, con independencia de Venezuela, rehabilitar la figura de Zapatero para agradecer que haya participado en actos de Sánchez, como el desayuno informativo de hace unos meses, y su respaldo público a la comisión de estudio del modelo territorial que el líder socialista apadrina en el Congreso. El objetivo es estrechar lazos para lo que los socialistas han reivindicado el legado de Zapatero, al cumplirse el décimo aniversario de la Ley de Dependencia.
Los dirigentes socialistas apuestan por reconducir definitivamente las relaciones y no permitir que asuntos como Venezuela «pongan palos en las ruedas», en palabras de un diputado del PSOE, en una recuperada sintonía que hasta llevó a Sánchez a felicitar el pasado 4 de agosto a Zapatero en su 57 cumpleaños.
Reconocen, no obstante, que la reconciliación entre ambos dirigentes socialistas tropieza con otros «enredos», que no son solo los de Venezuela. La dirección sabe que Zapatero «se mueve» internamente para apoyar a sus afines en cargos orgánicos regionales, como en la federación leonesa, donde creen que maniobra contra los candidatos «sanchistas».
Sin embargo, los socialistas asumen esa actitud como «no preocupante» y estiman que «tampoco ese comportamiento bajo cuerda es motivo suficiente para que empore la convivencia».
«Felipe va a los suyo»
Mucho más difícil de recomponer son las relaciones con Felipe González, a pesar de que «va a lo suyo y no enreda orgánicamente» pero no esconde su antipatía por su sucesor, tanto pública como privadamente. Tampoco creen que haya un punto de retorno con Pérez Rubalcaba, máxime desde que mantuviera un reciente encuentro que calificó de "casual" con la dirigente separatista Marta Pascal, recién llegada de una visita al prófugo Puigdemont en Bruselas. No informó a Sánchez del encuentro previamente y tampoco después, como confirmaron en la dirección. La explicación del exministro fue que no llamó a Sánchez para contar el contenido de la charla porque «ya me habían puesto como un trapo». Tampoco el vínculo con Alfonso Guerra es mejor, sobre todo tras su destitución de la presidencia de la Fundación Pablo iglesias, que el número dos de González interpreta como una represalia a sus críticas a Ferraz.