La Novena de Beethoven trasciende barreras en castellano
La Novena de Beethoven es la obra más conocida del compositor alemán y su cuarto movimiento, conocido como el 'Himno de la Alegría', se ha convertido en canto universalmente asociado con la libertad y la solidaridad. Doscientos años lleva esta obra en el repertorio de las mejores orquestas del mundo, bajo las batutas de los maestros más relevantes del panorama musical, con muchas traducciones, pero nunca en castellano. Sin embargo, la traducción a la lengua española ha sido posible gracias al maestro Ernesto Monsalve y Carlos Aganzo, que con valentía y buen hacer, se han adentrado en esta aventura de la mano de la Joven Orquesta Sinfónica de Valladolid, el coro Filarmonía, los Coros de Castilla y León y el Orfeón Complutense. «Ha sido una experiencia indescriptible. Era un reto, había muchísimos prejuicios y una barrera inexplicable, pero lo hemos sacado adelante y con éxito», asegura Carlos Aganzo a ABC, que se encargó de la traducción de la obra. Se estrenó en abril en Valladolid, pero este sábado llega al Auditorio Nacional de Madrid. La propuesta llegó del director de orquesta Ernesto Monsalve, que tuvo el encargo de dirigir la obra con su Joven Orquesta de Valladolid con motivo del bicentenario del estreno de la Novena de Beethoven. En 200 años, se había traducido en varios idiomas pero nadie había traducido la obra al español, concretamente el poema de Friedrich Schiller. Y cuando Monsalve se puso en contacto con Aganzo, su implicación fue inmediata y se pusieron manos a la obra. Traducir el poema y adaptar las sílabas con el canto en la partitura no es fácil y esta tarea les llevó un año entero de trabajo. «Mucha parte del trabajo había que transformarlo sobre la marcha y ver cómo respiran los cantantes y como funcionan. Había que cambiar palabras para encajarlas en la partitura a la perfección», asegura Aganzo. «¿Cómo traer ese lenguaje arcaico?», se preguntaba muchas veces. Es un lenguaje de hace doscientos años en un momento muy concreto de la historia, de modo que traerlo a nuestros días era una gran incógnita. «Es necesario mantener el tono solemne, pero es necesario eliminar también algunos arcaísmos que puedan resultar excesivos para los que cantan y escuchan. Hay que hacer una traducción fiel a lo que se dice, pero un poquito cercana a nuestro tiempo». La Joven Orquesta Sinfónica de Valladolid durante los ensayos previos al estreno de la Novena de Beethoven en castellano JOSV En esa clave, ambos se pusieron a trabajar con emoción y entusiasmo, aunque parte de su entorno no pensaba lo mismo. «Algunos utilizaban la palabra osadía y nos decían que si nadie había traducido al español esta obra en doscientos años, por algo sería, ¿no?», reconoce Aganzo. Pero su respuesta era siempre inmediata. «Bueno, si nadie lo ha hecho en doscientos años, alguien tendrá que hacerlo primero. Siempre ha dado la sensación de que había una barrera con el idioma, una barrera inexplicable», asegura. Aunque enfrentarse a Beethoven no es sencillo. Hace falta valor, confianza y apoyo. «Beethoven no es precisamente un gran autor vocal. No es un opositor de óperas, pero, tiene una música de una fuerza tan extraordinaria que, sin ninguna duda, la letra tiene que estar al servicio de esa música. Da respeto», asegura. Durante el proceso de trabajo, se dieron cuenta de que el prejuicio por utilizar el castellano en una obra de tal envergadura era algo que trascendía a otras disciplinas y no era algo nuevo. «Es algo que nos viene a los españoles desde la leyenda negra, después del esplendor del Siglo de Oro, esa especie de pesimismo o de decadencia o de no creer en nosotros mismos», asegura Aganzo. Uno de los criterios que utilizaron para comprobar si esta adaptación podía tener éxito o no era el coro. Si el coro estaba cómodo y podía ejecutar correctamente la obra, ese era el camino por el que debían ir. El estreno fue en Valladolid el pasado abril. «Fue muy emocionante porque sentías la emoción en los músicos. Los jóvenes vibraban. El coro cantaba con un entusiasmo extraordinario y eso se transmitía al público», afirma. Fueron muchos minutos de aplausos y apareció una sensación de haber ganado con nuestra lengua un territorio que le corresponde y que no se había hecho antes. Los que tacharon de osadía el hecho de traducir la novena de Beethoven al español eran ahora los que pedían a Aganzo y Monsalve que firmaran sus programas. «Estoy seguro de que este programa se va a hacer infinitas más veces, sobre todo en América Latina. Allí lo van a tomar como algo propio, estoy totalmente convencido». Y aunque asegura que son buenos tiempos para la música, apreciar este tipo de hitos como traducir al castellano una obra así no es algo usual. «Quizá en España hay tantísimo arte que no le damos importancia. Sin embargo, nos fascina ante cualquier cosa que viene de fuera, que puede ser tan buena como la que tengamos aquí o peor. Somos el único país que no tiene conciencia de su propia cultura. Y no, no la defendemos».