La discusión
Una inflación que no cede, la aceleración y persistencia de la subyacente pudieran obligar a que la Reserva Federal se decantara a tomar acciones más agresivas.
Las expectativas restricción monetaria en Estados Unidos se han ajustado con relativa rapidez en las últimas semanas, originando nerviosismo y volatilidad. Los mercados han incorporado con mayor probabilidad que la Reserva Federal aumentará en cuatro ocasiones la tasa de fondos federales este año, inclusive hay quienes se atreven a decir que, en la reunión de marzo la Fed aumentará la tasa en 50 puntos base.
El discurso conciliador y paciente de Jerome Powell sobre el carácter temporal de la inflación se ha venido desdibujando desde noviembre del año pasado. Varios miembros del Comité de Operaciones de Mercado Abierto (FOMC) de la Fed han hecho eco sobre la necesidad de subir tasas pronto, lo que apunta a una firme normalización monetaria y retiro de estímulos en 2022 para controlar los riesgos inflacionarios.
La inflación al cierre de diciembre se situó en 7.0 por ciento, la más elevada en las últimas cuatro décadas, al tiempo que la inflación subyacente sigue acelerándose mes a mes, lo que pone en evidencia la necesidad de recalibrar las condiciones monetarias ultralaxas en Estados Unidos. Si bien la discusión sobre el momento en el que se alcanzará el pico de la inflación resulta estéril, los componentes que más se han acelerado siguen mostrando riesgos sesgados al alza en su interior, así como una clara trayectoria ascendente, entre los que destacan autos y camiones usados, así como los precios de los energéticos.
El sector automotriz ha sido uno de los más afectados por las disrupciones en las cadenas de suministro, ante la falta de semiconductores a nivel global. Ello se ha sumado a una demanda creciente que se ha mantenido reprimida por la escasez de automóviles en el mercado, al tiempo que los inventarios se mantienen en mínimos de los últimos cuatro años. No existe certeza alguna sobre la regularización de las cadenas productivas, más aún cuando la nueva ola ómicron ha mostrado tener efectos en el suministro de productos, en esta ocasión, derivado de las ausencias de los empleados en los diversos sectores. Ello sin considerar el riesgo de la política de “cero Covid” en China que pudiera originar una inflación subyacente más persistente, ante la posibilidad de nuevas disrupciones y cuellos de botella.
Con respecto a los precios de los energéticos, el precio del petróleo en los últimos 12 meses ha aumentado el 64 por ciento, tan solo en los pocos días que llevamos del año ha mostrado una tendencia de alza de 15 por ciento, y las crecientes tensiones entre Rusia y Ucrania no harían más que enturbiar el panorama.
Las probabilidades de ver una inflación que descienda muy rápido en el año se han venido diluyendo. Solamente juega a favor, una elevada base comparativa, que en sí misma debería de ser suficiente para observar tasas de crecimiento decrecientes durante el año. Sin embargo, es importante dilucidar la postura que tomará la Reserva Federal en este tenor. Jerome Powell y la nueva Vicepreseidente, Lael Brainard, en su comparecencia frente al Senado reconocieron que su principal objetivo es controlar la inflación. Powell afirmó que la economía se encuentra en una trayectoria de crecimiento lo suficientemente robusta como para soportar los incrementos a las tasas de interés sin descarrilarse.
Sin embargo, una inflación que no cede, la aceleración y persistencia de la subyacente pudieran obligar a que la Reserva Federal se decantara a tomar acciones más agresivas, del tal manera que el aumento en tasas sea más rápido y decisivo, lo que a la postre podría desencadenarse una recesión. Tal y como sucedió en el año de 1982 cuando Paul Volcker presidente de la Reserva Federal decidió subir las tasas de interés más allá de la inflación.
Los riesgos hacia adelante son aceleración en la inflación y aumento en tasas de interés. Aunque la Reserva Federal se encuentra en condiciones muy distintas a las observadas en aquellos años, no podemos descartar que podría repetirse la historia en caso de que la Fed decida actuar más tarde que temprano.