La colonia de noche
En la colonia se comienza a respirar un ambiente festivo, apenas hace unas horas se ha quitado el manteado y las sillas que se montaron en la esquina de progreso y artículo 123, justo donde se localiza una imagen de la virgen de Guadalupe; Agustín fue el encargado este año de organizar la fiesta, en un principio nervioso y preocupado poco a poco comenzó a sentirse cómodo con la tarea, pudo obtener la cooperación de la mayoría en la colonia y le alcanzó hasta para rentar un mariachi. Doña Conchita aún tararea las melodías de la noche anterior mientras gustosa barre la calle, su hija Susana se encuentra en la cocina preparando algunos postres y a ratos decora unas coronas navideñas; Jorge viene caminando, en ambas manos trae un par de bolsas negras, una contiene cajas de luces, rojas, azules, blancas, y en la otras algunas cajas con esferas de plástico o vidrio, como él diría surtido; todos se preparan, ya es una tradición que después del doce de diciembre realicen un bazar como un acto de unión y convivencia, más que de negocio, cada quien oferta desde productos para decorar sus hogares hasta alimentos y bebidas. A pesar de los tiempos poco alentadores los colonos buscan una manera de pasar las fiestas de la mejor manera.
Ester es una mujer de setenta años, toda su vida la empleo detrás de un escritorio a las órdenes de gente con poder, ella se encargaba de hacer oficios, contestar llamadas, pedir citas, dar recados o mensajes, etcétera, toda su vida laboral la llevó de manera honesta y sencilla, intentaba no involucrarse en problemas o chismes teniendo éxito en la mayoría de las ocasiones, al cabo de treinta y cinco años en este puesto se jubiló para dar paso a las nuevas generaciones, los años siguientes los dedico a su familia y al hogar, en ocasiones realizando trabajos de mecanografía para los hijos de los vecinos o familiares, aunque con menos rapidez, después de tantos años escribiendo en máquina de escribir son de esperar los problemas en articulaciones y músculos; pero hoy es un día distinto, apenas antier salió a la verdulería y retorno con una canastilla retacada de guayabas, tejocotes, cañas y ciruelas, etcétera, así es, ella hace el ponche para el bazar de su colonia.
Esta noche huele a fiesta, aunque sea por un par de semanas, un vaso con ponche acompañado de unas flautas de carne o un pambazo de mole verde son una solución perfecta para apaciguar el frío, o al menos así lo dicen Agustín, Doña Conchita, Susana, Jorge, Ester, Juan, María, el, ella y nosotros; comienzan las cenas y fiestas, y es justo decir que ya se nos acabó el año.