Sin insultar
Buenos días, asesor del ministro Óscar Puente, dedicado a la lectura y clasificación de las columnas a favor o en contra de la gestión del gobierno, a dividirlas entres insultos físicos y no físicos, a catalogarlas por empresas mediáticas, ordenarlas por prensa escrita, audiovisual, digital, redes sociales…, hasta llegar a los casi 5.000 medios de comunicación que se estima que existen en nuestro país. Igual que, según palabras del ministro Puente se sabe de la existencia de usted, habrá otro compañero asesor que estará ocupándose de catalogar qué político de la oposición, evidentemente socialista e independentista no va a ser, que, en el ejercicio de su trabajo, el de hacer oposición, esa de controlar al gobierno, vierte críticas sobre el titular de Transportes.
Trabajo arduo y laborioso, teniendo en cuenta que el PP tiene más de 23.000 concejales, más de 3.000 alcaldes, 137 diputados nacionales, 144 senadores, cientos de diputados regionales, once presidentes de Comunidades Autónomas, más Ceuta y Melilla. ¡Buenos días también!
¿Habrá otro asesor encargado de los dimes y diretes que pudiera haber entre los empleados públicos, organizaciones sindicales, empresas públicas y privadas que trabajan con el ministerio de Transportes? ¿Y otro asesor que controle embajadas, españoles en el exterior y medios de comunicación extranjeros? ¿Se podría decir, sin considerarse un insulto, que el ministro está más preocupado por si le definen como «parroquiano de taberna» que de los problemas que diariamente hay en Cercanías? ¿Más inquieto por «tabernario sin matices» que por las averías eléctricas que impiden salir trenes o porque los maquinistas cumplan su jornada y se queden tirados los pasajeros del tren?
Cuando un dedo apunta al cielo, el tonto mira el dedo. Querido asesor no estoy llamando tonto al señor Puente, simplemente hago una referencia a un dicho que posiblemente defina a la perfección la actitud y comportamiento de su jefe.