PSOE: Mantener la tendencia de las generales
El PSOE consiguió el pasado 28 de abril la gesta de, 11 años después, volver a ser la fuerza más votada en España. El objetivo de cara a este 26-M no es otro que apuntalar este éxito, logrando que el mapa autonómico y municipal vuelva a teñirse de rojo apenas un mes después. Los socialistas saben que es un reto porque se trata de unos comicios con características propias y que los electores no votan bajo los mismos parámetros cuando eligen a su presidente del Gobierno que cuando votan por su alcalde. Para evitar que este criterio de proximidad perjudique sus perspectivas electorales, el PSOE volverá a apelar a la estrategia que desplegó en las generales: el miedo a la suma de las tres derechas. Un riesgo que –aunque Vox no se presente en todos los municipios y provincias– es si cabe más acusado ahora, dado que en estos comicios existe una mayor proporcionalidad que en los generales.
En todo caso, los socialistas ponen sus ojos en la joya de la corona: la Comunidad de Madrid. En 2015, Pedro Sánchez no compareció en la sede de Ferraz hasta que se definió el escaño que pivotaba entre Cristina Cifuentes y Ángel Gabilondo y que les hubiera permitido gobernar. Entonces, la balanza se decantó del lado de la malograda ex presidenta del PP, pero ahora las sensaciones son muy distintas. Incluso el CIS que se publicó ayer apunta a la expectativa no solo de ganar sino de llegar a gobernar.
Además de recuperar terreno, los socialistas quieren consolidarse en los feudos que conquistaron en 2015. En comunidades como Castilla-La Mancha o Extremadura, el PSOE rozaría la mayoría absoluta en solitario y en Baleares necesitarían seguir gobernando con sus actuales socios. Además, el declive de Podemos redobla la presión sobre los socialistas que deberán mejorar considerablemente sus resultados para mantener la vigencia de las alianzas que se forjaron hace cuatro años o explorar nuevos horizontes con Ciudadanos.