¿Qué debe tener un líder en su radar para 2026?
Cada empresa carga con sus propias inquietudes para el próximo año; con seguridad, hay negociaciones pendientes, inversiones a valorar, deudas preocupantes o planes comerciales a implementar. Aun así, más allá de estos asuntos, existen tendencias que vale la pena observar con cuidado, sin importar el sector, el tamaño de la compañía o el estilo de liderazgo.
Se habla con frecuencia de cambios acelerados; sin embargo, lo relevante son las fuerzas que ya están transformando la manera de trabajar, competir y dirigir equipos. Ante este panorama surge una pregunta clave: ¿qué conviene tener en el radar para 2026?
La inteligencia artificial y la automatización ocupan un lugar central. Para muchos, la IA sigue siendo una herramienta útil, aunque todavía periférica. Esa visión quedó atrás, pues la IA se está convirtiendo en una especie de sistema operativo para equipos de oficina, manufactura y servicios. Modifica la forma de investigar, escribir, programar, diseñar y administrar procesos completos.
Su impacto abarca más que la productividad. También redefine la estructura misma del trabajo. El reto del liderazgo consiste en adoptar tecnología con sentido estratégico, entender cómo se redistribuyen los roles, identificar tareas que pierden relevancia y reforzar aquellas donde el criterio humano mantiene su valor.
Avanza a la par una inquietud sobre la tensión entre automatización y empleo. Muchas personas se preguntan qué parte de sus responsabilidades podría transformarse en los próximos años. Frente a esa incertidumbre, el liderazgo requiere una comunicación clara y un acompañamiento constante para impulsar el aprendizaje y las nuevas formas de colaboración.
En este escenario entra la gobernanza de la IA. No basta con lo técnicamente posible. Importan los principios éticos, la protección de datos, la reducción de sesgos y los límites que deben guiar las decisiones automatizadas. A esta conversación se añade la exposición a riesgos de ciberseguridad. Cada paso hacia la digitalización amplía las superficies vulnerables de cualquier negocio.
También está la transformación del trabajo y la competencia por el talento. Las nuevas generaciones valoran cada vez más su crecimiento personal y el equilibrio entre vida y profesión. El reto consiste en diseñar esquemas que impulsen resultados, fortalezcan la comunicación y generen sentido de pertenencia.
La disputa por el talento crítico se intensificará. Las personas ya no permanecen en un lugar solo por un salario atractivo. Buscan proyectos con significado, aprendizaje continuo y flexibilidad para sostener su vida personal. Para el liderazgo representa la doble tarea de atraer talento y cuidar que quienes forman parte del equipo no perciban estancamiento.
La gestión multigeneracional también está presente. Hoy coinciden en una misma mesa quienes trabajaron con fax y quienes comenzaron su carrera con herramientas digitales avanzadas. El desafío consiste en generar una dinámica donde ambos polos aprendan uno del otro y se complementen.
Un elemento que merece atención es la reconfiguración económica y comercial global. El avance del nearshoring, las tensiones geopolíticas y las nuevas regulaciones modifican los lugares de producción, los mercados prioritarios y los riesgos en las cadenas de suministro. Incluso los negocios enfocados en lo local dependen de decisiones tomadas en otros países.
2026 será un año exigente. Aun así, la comprensión de su complejidad permite transitarlo con mayor serenidad. Mantener estas tendencias en la conversación interna facilita anticipar escenarios, fortalecer al equipo y tomar decisiones con un criterio más amplio.
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