«La mitad de la población en Castilla y León vive bien. Luego está la otra mitad, en la que hay gente con exclusión severa, otras con riesgo de tenerlo y otras que están al filo de la navaja y que caerían si hubiera una nueva crisis». Así de tajante se ha mostrado este viernes Jesús Martín de Lera, el presidente de Cáritas Autonómica de Castilla y León. Acompañado de Luis Argüello, obispo auxiliar en Valladolid, ha presentado la memoria regional de la entidad en 2018. Un año en el que ha destacado la inversión de casi 5 millones de euros en atención primaria, con 79.000 personas beneficiarias, y en el que «la exclusión y la pobreza siguen enquistadas en la sociedad». «Nos hacen creer que la crisis se acabó y que los pobres no existen», ha afirmado Martín de Lera.
La vivienda se ha convertido «en uno de los factores más importantes de exclusión». Las familias de Castilla y León «demandan ayudas en temas de alquiler para pagar la hipoteca o lo que ahora se conoce como pobreza energética», ha señalado. Hay gente que a final de mes «no puede pagar los suministros básicos del hogar como el agua o la luz». Y esa situación no sólo la sufren aquellos con exclusión laboral, sino que también forma parte del día a día de personas que «incluso trabajando se encuentran en situaciones de precariedad». El presidente de Cáritas en la Comunidad ha aprovechado este asunto para explicar una reflexión que le hacen llegar las familias que acuden a la organización: «Gano 500 euros y lo primero es comer; después, para los gastos del hogar ya no llegamos». Ahí, cuando hace falta una ayuda, «es donde aparece Cáritas para apoyarles».
Más viviendas públicas
Jesús Martín también se ha mostrado crítico en otra vertiente. «Detectamos falta de vivienda pública o social en Castilla y León». Y ha lanzado una idea a la Junta y a Alfonso Fernández Mañueco, cuya investidura como nuevo presidente será el próximo martes. «Ahora que nuestros gobernantes están a punto de iniciar un mandato nuevo, creo que las políticas de vivienda pública tienen que ser importantes en nuestra sociedad y en nuestro ámbito territorial», ha apuntado sin miedo. En 2018, Cáritas atendió la llamada de 6.665 personas sin hogar, transeúntes que van de una ciudad a otra o individuos que viven en la indigencia. La ayuda hacia este sector ascendió hasta los 3,4 millones de euros, 145.000 euros más que en el año anterior.
Existe un perfil de la persona que acude a Cáritas en busca de ayuda primaria. Según Martín de Lera, «suelen tener entre 35 y 50 años, sufrieron la exclusión de quedarse sin empleo» o que «teniendo trabajo no pueden asumir todos los gastos». Un perfil en el que se dejan ver las «familias monomarentales. Madres con hijos a su cargo que tienen más dificultades de entrar al mercado laboral». También ha destacado otro tipo de perfil: «Personas refugiadas que vienen pidiendo auxilio» y que muchas veces «quedan en una situación en la que nadie responde por ellos». Se les ayuda con «alimentos, ropa y productos médicos».
El empleo, una preocupación de la sociedad, también lo es para Cáritas. Según los datos que ofrecidos esta semana el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, el número de personas en paro en Castilla y León ha descendido en junio a 133.242. La ONG de la Iglesia que dirige en la Comunidad Jesús Martín ayudó el pasado año a 2.263 para que accedieran al mercado laboral. No todos disfrutaron de la misma suerte. «Ojalá la mayoría tuviera un contrato fijo o indefinido. Por desgracia, muchos de esos contratos que hemos logrado han sido temporales». En total, 3,7 millones invertidos en la «inserción, orientación, formación e intermediación laboral», tal y como recoge la Memoria regional de 2018.
El destino de los recursos que mayor porcentaje de la inversión total se llevó fue un año más el de las residencias de mayores. En total, en este sector se invirtió 13,4 millones de euros. Una cifra que aumentó al compararla con el dato de 2017 (10,8 millones).
Aumento
La inversión de Cáritas en 2018 creció con respecto a los años anteriores. El gasto total de este último curso ascendió a 37 millones, cuatro más que en 2017 y seis más que en 2016. Además, aumentó el número de personas que se vieron atendidas (59.910), 5.000 más que en el año anterior. Y, por lo tanto, el de beneficiarias, que pasó de 97.000 en 2017 a 120.006 en 2018. También creció el dato de las atenciones y las respuestas de Cáritas a las llamadas. Subieron de 228.117 a 247.514. De los 36 millones que ingresó Cáritas, el 71% llegó a través de fondos privados, en los que se destaca la ayuda de socios, donantes y suscriptores. El 28,70% restante se ingresó gracias a los fondos públicos, primando la ayuda de la comunidad autónoma (7,7 millones).
