Lo que el dolor enseña
Hay maestros que uno elige y maestros que llegan sin permiso. El dolor pertenece a la segunda categoría, aparece sin ser llamado, sin horarios y sin comportamientos. Se instala con una fuerza que desordena la vida, derriba las certezas y obliga a mirar aquello que, en tiempos tranquilos, preferimos pasar por alto. Nadie quiere aprender de él, y, sin embargo, es el maestro más persistente que conocemos.