Conclusiones sobre un año que pasó
Con este nombre ha bautizado mi amigo Floro el legado que nos deja, luego de una investigación realizada, sobre las bases de su experiencia personal, en este año que está por concluir.
Floro, en este 2025, ha asumido una soledad transitoria coloreada por varias enfermedades, que incluyen un exitoso chikungunya como colofón. Esta situación lo ha llevado a hacer una profunda reflexión que quisiera compartir con ustedes:
Estimado amigo JAPE, luego de la obligada felicitación a todos por la festividad de estos días, quisiera hablarles sobre mi más reciente investigación en la que mezclo la vejez y la soledad como principales detonantes. Aunque no me considero un hombre de avanzada edad, el chikungunya es, sin duda, un catalizador que te hace sentir mucho mayor y estropeado; digamos como de 120 años mal cuidados. Es, sin dudas, un adelanto para aquellos que quisieran saber cómo te pudieras sentir al pasar el umbral de un siglo de vida. Puedo asegurar que la vejez y la soledad no son una buena mezcla, sin embargo, me han servido para comprender algunas cosas que antes no lograba entender.
Por ejemplo, ahora sé por qué las personas mayores nos decían que no pusiéramos la música tan alto, que eso molestaba. Cuando era joven pensaba que mis padres y abuelos exageraban.
Ahora comprendo cuán valioso y recuperador constituye, tras un considerable almuerzo, una buena siesta en un sillón colocado en un lugar donde corra una brisa suave y fresca. Quedarse dormido con la boca abierta y roncar un poquito es algo maravilloso.
Es triste no tener con quien hablar y contarle algunas cosas de esas que sueles repetir una y otra vez hasta que te digan: «¡Otra vez el mismo cuento, ño!».
Duele mucho despertar en la noche con frío y no encontrar a tu lado alguien que se haya robado toda la colcha y que duerme plácidamente como si nada hubiera pasado. Es realmente doloroso y paradójico a la vez porque… ¡qué rico es dormir solo en una cama camera, donde puedas extender piernas y brazos y todo lo demás, sin temor a despertar a alguien que ni se entera de lo mal que la estás pasando en el borde de la cama!
También resulta un éxtasis poder estar en casa, y comer a la hora que te dé la gana, lo que te dé la gana y la cantidad que te dé la gana, sin que nadie te advierta: «¡Vas a explotar!, después no te quejes cuando te duela el estómago… a tu edad no deberías comer tanto».
Si es malo no tener a nadie que te diga palabras de consuelo, o frases alentadoras en el día a día de la vida, no cabe discusión de que el ultra de la divinidad y placer se cumple cuando, a pesar del dolor de la ausencia, compruebas que nada puede compararse a la deliciosa experiencia de no tener a nadie que te diga: «¡Hay que arreglar la llave del baño! ¡Cuando piensas pintar el techo! Necesito dinero para una cosa ahí…».
Queda demostrado, que como dijeran el dúo ocasional de Einstein feat Pinocho: «Todo es relativo y nadie tiene la verdad absoluta».
Así que no se preocupen por lo que pueda traer el próximo año. Siempre se encuentra por dónde le entra el agua al coco, aunque la nucifera esté verde. Métanle coco a estas reflexiones.