Rejuvenecer por dentro
Cuando pensamos en rejuvenecer nos vienen a la mente muchas formas de hacerlo. Quizás nos imaginemos una piel más tersa, un cuerpo más flexible, una mata de pelo más frondosa, menos grasa corporal o un renovado vigor en todos los sentidos. Pero no solemos pensar en nuestro sistema inmunitario. Y lo cierto es que este mecanismo vital, nuestra fábrica de defensas contra la enfermedad, envejece también como lo harían un músculo o un tejido.
Parte de sus componentes fundamentales, como los neutrófilos o los monocitos (tipologías clave de glóbulos blancos) pierden eficacia con el paso del tiempo. Esa es la razón por la que a medida que nos hacemos mayores algunas vacunas se muestran menos eficaces, los procesos inflamatorios tardan más en curarse y somos más vulnerables al ataque de agentes patógenos como virus, bacterias o células tumorales.
La ciencia ha trabajado mucho en las últimas décadas para encontrar herramientas que nos rejuvenezcan por fuera (piel, músculos, cabello…) y ahora presenta por primera vez una estrategia segura que nos permite rejuvenecer por dentro. En concreto, se ha conseguido hacer que el sistema inmunitario vuelva a ser un poco más joven. Un equipo de científicos del Massachusetts Institute of Technology y del Broad Institute acaban de presentar un hallazgo espectacular en esta línea: el modo de programar temporalmente células en el hígado para mejorar la función de las células-T (linfocitos básicos del sistema de defensa humano). El trabajo se ha realizado con ratones de laboratorio utilizando técnicas similares a las que se emplean para hacer vacunas como las de la Covid-19.
Usando ARN mensajero, han propiciado la formación en el hígado de tres factores que promueven la supervivencia de las células-T. Los ratones que recibieron la terapia mostraron una capacidad mayor de generar respuesta inmunitaria cuando eran vacunados. Del mismo modo, respondieron mejor a inmunoterapias contra el cáncer. Es decir, sus cuerpos, después de recibir la fórmula, estaba mejor preparados para responder a la vacunación, independientemente de la edad del animal. La investigación ha sido publicada en la revista Nature.
La clave de este hallazgo, sin embargo, no se encuentra en el hígado sino en un pequeño órgano que ocupa un espacio reducido detrás del esternón, cerca del corazón, y que se llama timo. En esta glándula se fabrican las células clave del sistema inmunitario que reciben precisamente su nombre por la inicial del órgano que las genera: linfocitos-T.
Se sabe que, a partir de la entrada en la edad adulta, la función del timo empieza a declinar poco a poco en un proceso que se conoce como involución tímica. A los 75 años de edad, la actividad de esta glándula casi desaparece por completo. Durante mucho tiempo se pensó que el timo cumplía una misión efímera de generar todo el repertorio inmune antes de la madurez plena y luego perdía su eficacia para siempre. Por eso, las estrategias de rejuvenecimiento del sistema inmunitario se centraban en producir células jóvenes en la sangre periférica para compensar la pérdida definitiva de la «fábrica natural». Ahora se ha descubierto que el timo en algunas circunstancias puede seguir siendo útil en edades avanzadas.
La idea ha sido realmente ingeniosa: ¿Es posible producir señales similares a las que genera el timo para engañar al cuerpo y hacerle producir células-T? Si el mensajero principal ha envejecido, ¿podemos generar un mensajero impostor que de las mismas órdenes?
Ese mensajero falso puede ser el hígado, un órgano que muestra gran capacidad de producción de proteínas incluso en edad avanzada y que tiene acceso al torrente sanguíneo.
Los investigadores han identificado tres pistas químicas que favorecen el crecimiento de células-T. Luego las han introducido en secuencias de ARN encapsuladas en nanopartículas lipídicas. Es decir, han creado cápsulas diminutas que incluyen secuencias con instrucciones para fabricar linfocitos. Una vez inyectadas en sangre, estas nanopartículas se acumulan en el hígado que comienza a fabricar los tres factores que necesitas los linfocitos para permanecer jóvenes.
De esa manera, un ratón de 18 meses (equivalentes a 50 años en la vida de un ser humano) contaba con suficiente arsenal biológico para seguir manteniendo su sistema inmunitario rejuvenecido. Se sabe porque estos animales fueron sometidos más tarde a varias pruebas. Una de ellas fue la simulación de una vacunación con un producto derivado de proteína del huevo. En ese caso, los ratones tratados mostraron una mejor reacción a la vacuna que el resto. Otro test consistió en la aplicación de una inmunoterapia contra el cáncer que resultó más eficaz en individuos con su sistema inmune rejuvenecido artificialmente.
La terapia tiene una actividad temporal. Con el tiempo, el rejuvenecimiento inmunitario desaparece. Pero eso no es necesariamente una mala noticia. Mantener activo el sistema inmunitario de manera permanente tiene sus riesgos. De hecho, la naturaleza ha diseñado un ciclo de idas y venidas de nuestro aparato de defensa (desde que estamos en el vientre de nuestras madres hasta que morimos) que es clave para nuestra supervivencia.
Pero el hallazgo tiene un enorme potencial para favorecer el impacto de las vacunas en edades avanzadas y, sobre todo, para mejorar la eficacia de las cada vez más prometedoras inmunoterapias contra el cáncer.