Samuel Koufie, héroe del Villa de Pitanxo y español ejemplar
La noticia de la nacionalización de Samuel Koufie , el tercer superviviente del pesquero gallego Villa de Pitanxo, corrió como la pólvora entre los grupos de Whatsapp de las familias de las víctimas del naufragio. El pasado miércoles el Boletín Oficial del Estado (BOE) formalizó lo que el Ministerio de Justicia había propuesto dos días antes: que el marinero de origen ghanés que milagrosamente consiguió salvar su vida en las frías aguas de Terranova , y que mantiene una versión diametralmente diferente a la del patrón y la empresa armadora de lo que ocurrió a bordo aquel 15 de febrero, es ya ciudadano español de pleno derecho. «Estamos muy contentos, es muy merecido, por lo valiente que ha sido y por todo lo que ha sufrido. Es un ejemplo para toda la sociedad española» , valoraba en una charla con ABC María José do Pazo, hija del jefe de máquinas del Villa de Pitanxo, uno de los 21 tripulantes fallecidos. Por supuesto que el protagonista, que por ahora prefiere mantenerse alejado de los focos y del ruido mediático, también está contento por haber conseguido algo por lo que llevaba años batallando. Pero su satisfacción nunca podrá ser completa: «A quien está de luto, esa felicidad le dura poco» , reflexiona Julio Torres, amigo de Samuel y pastor de la iglesia Evangélica de Marín, a la que el marinero ghanés –y ahora español– pertenece y es asiduo desde su desembarco en España. Samuel se instaló desde entonces en la localidad pontevedresa, de larga tradición naval y marinera, y allí sigue viviendo. Llegó como polizón hace más de una década, pero hasta 2017 no pudo regularizar su situación. Padre de cinco hijos, pese a tener residencia legal en España desde entonces, todavía no ha conseguido reagrupar a su familia, que sigue viviendo en su país de origen. «No es tan fácil para ellos venirse desde Ghana», explica este pastor evangélico. Ni tampoco es sencillo para él visitarles cada año, como se había propuesto. Tiene un hijo de una pareja anterior, que ya es mayor de edad, y otros cuatro, menores, de su relación actual con Emilia. Al más joven, que nació tras su último viaje a Ghana, todavía no lo conoce. La alegría del héroe del Villa Pitanxo solo puede ser intermitente. Por mucho tiempo que pase nunca podrá apartar de su cabeza las imágenes de lo que sucedió aquel día a 400 kilómetros de la costa de Terranova: el último aliento de sus compañeros muertos por hipotermia, o sus intentos, algunos exitosos y otros infructuosos, de atar los cadáveres al bote salvavidas para que sus familias pudieran darles una sepultura digna. Todo ello antes de recibir, según su versión, coacciones del patrón, Juan Padín, para secundar un relato exculpatorio y exento de responsabilidades para él sobre un accidente en el que solo sobrevivieron el responsable del barco; su sobrino, Eduardo Rial, y el propio Samuel, el único que no llevaba el traje de supervivencia. La Audiencia Nacional investiga las posibles negligencias de Padín en el naufragio: «De no haber sobrevivido él, no habría caso, por eso las familias le están tan agradecidas» , apunta Torres. Samuel sigue de baja por las secuelas físicas y psicológicas de la tragedia y la hija del jefe de máquinas tira de una canción de Sabina para resumir el sentir de las familias: «Que ser valiente no salga tan caro, que ser cobarde no valga la pena».