Reino Unido contuvo ayer, durante varias horas, la respiración. Isabel II, la mujer que reinó en el país durante 70 años , estaba «bajo supervisión médica» después de que al mediodía sus médicos manifestaran estar preocupados por su salud. Así lo comunicó el Palacio de Buckingham en un mensaje que llegó solo dos días después de que la Monarca nombrara, el martes, a Liz Truss como primera ministra británica tras la salida de Boris Johnson, en sus dependencias en el Castillo de Balmoral, donde pasó el verano y donde decidió quedarse para evitar desplazamientos innecesarios debido a sus problemas de movilidad. El mensaje encendió todas las alarmas, y el país empezó a temer lo peor cuando se conoció que el Príncipe Carlos y su esposa, Camila, partieron rumbo a Escocia en un helicóptero para estar con ella, mientras que el Príncipe Andrés, el Príncipe Eduardo, que viajó junto a su mujer, Sophie, y el Príncipe Guillermo, llegaron en un avión de la Fuerza Aérea. La Princesa Anna ya se encontraba en el Castillo. Guillermo viajó sin su mujer, Catalina de Cambridge, que se quedó en su residencia de Windsor con sus hijos. Todo este movimiento provocó una creciente inquietud en la prensa y en la población. Las horas fueron largas. Más bien agónicas. Jonny Dymon, experto de la BBC en la familia real, aseguró en Radio 4 que «el hecho de que la familia se reúna en Balmoral es una señal de la gravedad de la situación». No fue el único en declarar públicamente su preocupación por un triste desenlace que supone un gran dolor para un país en el que muchos han vivido sólo bajo su reinado. También el editor de salud de la cadena consideró que el «palacio ha ido más lejos de lo que normalmente hacen» al enviar ese comunicado, una señal inequívoca de que las cosas no estaban bien. Con la boca pequeña se especulaba sobre su muerte y los mensajes de afecto empezaron a sucederse desde todas partes del Reino Unido y también del resto del mundo, pero en ellos se intuía un sombrío tinte de condolencias que muchos se negaban a creer. «Que la presencia de Dios fortalezca y consuele a su Majestad, a su familia y a quienes la cuidan en Balmoral», tuiteó Justin Welby, el arzobispo de Canterbury. También expresó su consternación en la red social la primera ministra Liz Truss, y la Cámara de los Comunes interrumpió su sesión para que su presidente, Lindsey Hoyle, declarara que «sé que hablo en nombre de toda la Cámara cuando digo que enviamos todos nuestros mejores deseos a su majestad la reina». Noticia Relacionada estandar Si Lealtad, serenidad y discreción: el ejemplo de la trayectoria de Isabel II José M. de Areilza La Reina ha sido una monarca muy reflexiva, consciente de que el servicio a su país es lo único que puede explicar el privilegio en una sociedad igualitaria y con un aprecio solo relativo por el pasado El líder laborista, Keir Starmer; el ministro principal de Gales, Mark Drakeford; su homóloga escocesa, Nicola Sturgeon; los exprimeros ministros David Cameron y Tony Blair, y también el presidente estadounidense Joe Biden se hicieron eco de los buenos deseos, pero finalmente, la fatal noticia de la muerte de Isabel II llegó a las seis y media de la tarde, hora local. En ese momento, ya a las afueras del Castillo de Balmoral y del Palacio de Buckingham, había bastante gente, bañada por la lluvia y con dos grandes arcoíris que adornaron el cielo durante unos minutos. El número aumentó en pocos minutos. Decenas de flores fueron apareciendo, y también las lágrimas, corriendo por las mejillas de muchas personas. ¡Larga vida a la Reina! ¡Larga vida a la Reina! Y larga vida tuvo. En total, 96 años que en la práctica fueron varias vidas juntas. La monarca emprendió su último viaje casi un año y medio después de su marido, el Príncipe Felipe de Edimburgo , «su fuerza», que murió el 9 de abril de 2021, a los 99 años. Precisamente, celebró su cumpleaños más amargo tan solo cuatro días después del funeral de su marido, con quien en el 2007 se convirtió en la primera pareja de la familia real en celebrar su aniversario de bodas de diamante, tras 60 años de matrimonio. Poco después se produjo la primera señal de que su salud de hierro, con la que ni el Covid-19 pudo, estaba flaqueando. Fue durante la ceremonia del 12 de octubre de 2021 para conmemorar los cien años de historia de la Royal British Legion, en la Abadía de Westminster, cuando utilizó un bastón para ayudarse a andar. Posteriormente canceló un viaje de 48 horas a Irlanda del Norte que precisamente era muy significativo porque coincidía con los cien años de la partición de la isla y, por tanto, de la existencia de esta pequeña nación constitutiva del Reino del que ella era cabeza. Los servicios médicos de la Casa Real, según se comunicó de forma oficial, le recomendaron descansar. Desde entonces, sus problemas de movilidad empeoraron, aunque no tanto como para augurar su muerte. Después de conocerse el fallecimiento de Isabel II, a las seis y media de la tarde (hora de Londres), en Buckingham Palace ondeó a media asta la bandera de la Unión REUTERS La Reina falleció pocos meses después de celebrar, el pasado mes de febrero, la fiesta más importante de su vida: su Jubileo de Platino, es decir, sus 70 años en el trono, un hito, ya que el suyo fue el reinado más largo de la historia británica, lo que la convirtió en una figura fundamental para todos los países que conforman la Commonwealth. «Declaro ante ustedes que toda mi vida, ya sea larga o corta, estará dedicada a su servicio», prometió en su vigésimo primer cumpleaños, en un discurso transmitido por la radio desde Ciudad del Cabo, cuando aún era princesa. Madre de cuatro hijos, esta mujer menuda, nacida a las 2.40 de la madrugada del 21 de abril de 1926 en el número 17 de Bruton Street en Mayfair, Londres, y bautizada como la Princesa Elizabeth Alexandra Mary en la capilla privada del Palacio de Buckingham el 29 de mayo de ese año, no estaba llamada a ser reina. Pero el destino es caprichoso. La abdicación de su tío Eduardo VIII en diciembre de 1936 puso la corona a su padre George VI y cambió por completo el rumbo de su vida. La muerte de su padre la abocó a tomar las riendas de la monarquía con solo 25 años. «Mi amada madre» A su primogénito, ahora el Rey Carlos III, le ha tocado más tarde, a los 73. Una transición tan importante en su vida que, sin embargo, requería pasar por el gran dolor de perder a esa «madre muy querida», como la llamó en un comunicado. «La muerte de mi amada madre, su Majestad la Reina, es el momento de mayor tristeza para mí y para todos los miembros de mi familia». «Lamentamos profundamente el fallecimiento de nuestra muy querida soberana y madre», manifestó, y señaló que «su pérdida se sentirá profundamente» en todo el país, en la Commonwealth, y en la vida de «innumerables personas en todo el mundo». «La Reina murió pacíficamente en Balmoral esta tarde. El Rey y la Reina consorte permanecerán en Balmoral esta noche y regresarán a Londres mañana», rezó el comunicado oficial que, en un mismo párrafo, abría las puertas de un nuevo reinado y despedía a la monarca más longeva, que falleció en el lugar que alguna vez dijo que era donde había sido «más feliz».
