Hace apenas tres lustros en el concello de Muxía (La Coruña) no había más que dos casas rurales, recuerda Jesús Lema, propietario de una de ellas. Precisamente él fue uno de los fundadores de la asociación de turismo de la comarca -y presidente hasta hace unas semanas, cuando comenzó su disolución- que potenció el concello y la Costa da Morte como destino turístico. En este tiempo, el número de pernoctaciones en la zona aumentó más de un 82% en el mes de agosto, lo que da fe de la consolidación de la marca Costa da Morte de la que tanto hablan los hosteleros. Pero la guinda del pastel la ha puesto el Parador Costa da Morte, en Muxía, abierto justo después de la pandemia: ha supuesto una «revolución» en el concello a nivel turístico, asegura Álvaro Rodríguez, propietario de un restaurante en el pueblo.
El establecimiento viene de encabezar el ranking de mejor ocupación en Paradores en toda España, cerrando el año en un 90,6%: una cifra reseñablemente extraordinaria siendo un destino estacional como Galicia y pandemia mediante. «Es una ocupación muy alta para la situación que estamos viviendo», reseña Julio Castro, director del Parador. Es, en efecto, el Parador «más vanguardista de España», construido e integrado en la ladera de una montaña que baja hasta la playa de Lourido. El espectacular diseño y su ubicación se unen a la novedad, que siempre «funciona de efecto llamada», y logrando así unos números tan buenos para el ejercicio de 2021.
Ahora en el concello y comarca están todos encantados con la apertura: «Tenemos que darle la razón a Julio, porque un Parador crea destino y marca», comenta a ABC Lema, y «esto repercute a todos los negocios de la zona». Para Rodríguez, el Parador «nos sitúa en el mapa», y asegura que la situación económica de la Costa da Morte ha mejorado mucho en este tiempo. No obstante, la opinión del resto de hosteleros no siempre fue esta, sino que acogían la llegada de este Parador con cierto recelo y «escepticismo». Se temía una «competencia desleal», cuenta el propietario de las casas rurales, temeroso de que un proyecto tan imponente -más de 25 millones de euros- pudiera robarle clientela. «Era muy superior a cualquier otra cosa que hubiera en Costa da Morte». Incluso, cuando el establecimiento fue presentado en Madrid, la asociación firmó un convenio con Paradores y el concello de Muxía para que quedara constancia del compromiso de la empresa por el desarrollo de la comarca y apuesta por el producto local.
No pasó mucho tiempo hasta que quedó demostrado que ocurriría todo lo contrario: «Ha habido muchísimo cambio desde que abrió», cuentan los hosteleros. «El tipo de turismo cambió, antes era mucho del Camino de Santiago», dice Castro, finisterrano además, en cambio, ahora, la demanda es mucho más variada. En el restaurante A Lonxa d’Álvaro han incluso variado su oferta de platos, comprando marisco de «primerísima calidad», un producto que hasta ahora apenas se pedía. Los hospedados en el Parador «tienen un poder adquisitivo alto», y bromea Lema que en el pueblo se les puede identificar con facilidad: «Ves cierto coche o cierta pareja por Muxía y dices: ‘estos vienen del Parador’».
El sector turístico y hostelero de la comarca se revolucionó tanto desde la apertura del parador que incluso los restaurantes y demás negocios se adaptarán a los ritmos que el Parador marque. Ahora permanece cerrado por fin de temporada -volverá a abrir en abril-, y el restaurante de Álvaro también lo hará estos meses para descansar. «Parte de la hostelería girará en torno a él», explica Rodríguez. Antes de 2020 comenzaban la temporada en el restaurante en Semana Santa, con la llegada de los peregrinos, pero en octubre la afluencia ya era mínima. En cambio, cuenta que en este año recién terminado han tenido los servicios llenos hasta diciembre, algo inaudito desde que abrieron en los 90. «Hemos ganado unos cuatro o cinco meses más de clientela».
Lenta apertura
El Parador Costa da Morte, oficialmente, no está ni inaugurado. La pandemia no permitió hacer ningún acto, y rememora el director que, de hecho, su apertura estaba prevista para abril de 2020. Claro, comenzó la pandemia y hasta junio no pudieron recibir a sus primeros clientes. Pero desde mucho antes la historia del parador está plagada de retrasos: su construcción fue anunciada en 2003, tras la crisis del ‘Prestige’, como parte de un plan para reactivar la economía de las costas gallegas. «Ya la cesión de los terrenos tardó mucho, y luego la crisis de 2008 ralentizó la construcción», cuenta el director. Hasta 2010 no se convocó el concurso de arquitectos, que ganó el vigués Alfonso Peneda, y en 2011 se puso «la primera piedra». Pero eso no significó que avanzara su construcción: «Lo que se proyectaba en los Presupuestos era muy poco como para avanzar, y hasta 2016 no se planteó terminarlo» de una vez por todas. «El 70% del edificio se hizo entre 2016 y 2019», relata Castro.
