Emili Rousaud, uno de los cuatro directivos del Barcelona a los que Josep Maria Bartomeu ha exigido su salida de la Junta, no se lo va a poner fácil al presidente y, aunque sabe que el máximo mandatario puede destituirle del cargo que ocupa, la vicepresidencia institucional, no puede echarle de la Junta una vez su entrada fue aceptada por los socios compromisarios. El fundador de Factor Energía, que se perfila como el candidato continuista de la Junta directiva en las elecciones que se celebrarán en el club el próximo año y que hasta ayer tenía el favor de Bartomeu, sabe que si acepta la invitación del mandatario y prosigue con su intención de presentarse a los comicios, tendría que avalar, posibilidad de la que quedaría exenta si sigue en la Junta hasta el final del mandato y el club no presenta pérdidas al final del presente ejercicio.
Emili Rousaud ha sido señalado directamente por Bartomeu, que ha acusado al empresario de desleal a raíz de la cruenta polémica surgida a raíz de la contratación de la empresa I3Ventures para monitorizar las redes y que provocó un escándalo al descubrirse que trataba de desprestigiar a jugadores y personalidades cercanas al entorno del club. Rousaud fue uno de los mayores instigadores para que Bartomeu diera un paso al lado, tratando de acallar así la polémica y facilitar la transición. Bartomeu se sintió traicionado y así se lo hizo saber en una conversación telefónica que mantuvieron dos horas antes de la reunión de junta del pasado lunes. El presidente le espetó que si quería empezar la campaña electoral debía hacerlo desde fuera del club y que si se quedaba debían remar todos juntos en un momento complicado. Además, le argumentó que parte de su decisión venía impulsada por el malestar del vestuario del primer equipo tras el anuncio del ERTE que provocó que varios futbolistas denunciaran ataques internos. Rousaud estaba en el centro de la diana y sus explicaciones no encontraron la receptividad de Bartomeu.
Para confirmar la información y avivar ciertas polémicas, Rousaud habló en los micrófonos de la Ser. Confimó, entre otras cosas, que los pagos a I3V habían sido fraccionados para poder eludir los controles de la junta. «No es que lo vaya a decir la auditoría, es un hecho y ya sabemos que se fraccionaron facturas para evitar controles internos. Estoy en el Comité de Adjudicaciones y esas facturas se dividieron, es una realidad», afirmó Rousaud. También indicó que Bartomeu, en una llamada telefónica, le había asegurado que los jugadores estaban molestos con ciertas filtraciones.
«No me parecen las formas correctas, quiero reflexionar, pido calma, no he hecho nada para merecer este trato. Es lícito que Bartomeu quiera gente de confianza y no discuta nada, pero no son las formas correctas llamar en pleno confinamiento. No le habrá interesado esperar», lamentó Rousaud. Además, expresó que mantiene su ilusión por aspirar a presidir el club, aunque considera fundamental que la actual junta recupere la cridibilidad, ya que si no «no tendría sentido».
En su intento de cohesionar el órgano rector, Bartomeu también mantuvo contactos con Enrique Tombas, vicepresidente económico y tesorero, con la misma intención. Silvio Elías, responsable del Barcelona B y Josep Pont, máximo responsable del área comercial, cerraban el grupo de directivos que habían perdido la confianza del presidente. A todos ellos se les instó a dimitir pero ante la ausencia de respuesta positiva, el mandatario decidió anular la reunión, ya que tenía pensado anunciar los cambios ese mismo lunes. Jordi Moix asumiría la vicepresidencia económica y Jordi Bellver sería el nuevo tesorero. De momento, el único que lo tiene claro es Rousaud, que no tiene pensado dimitir salvo que cambien mucho las cosas, por lo que será rebajado a vocal y podrá seguir hasta final de mandato. Esta posibilidad no dejará de ser incómoda para un Bartomeu que ya vivió una experiencia similar cuando Toni Freixa siguió en la junta y se presentó a las elecciones de 2015.
