"Generación", no apta para fifís
“Todos los caminos llevan a Neza”, tituló Carlos Martínez Rentería al número con el que la revista Generación cumple 30 años de estar entre/con nosotros, y eso es un mérito enorme, pues Martínez Rentería tiene entre sus gracias la de ser gran bebedor, mejor amigo y cómplice en proyectos que a no pocos pudieran parecer locochones, tirados de los ¡pelos-pelos-pelos!
Pero sobre todo, y aunque no parezca, Martínez Rentería es periodista preocupado por la realidad que cada vez con mayor crudeza nos avasalla día con día; atento a la problemática que aqueja a quienes habitamos este país, sobre todo a los jóvenes, público al que más aborda –creemos– la revista Generación: jóvenes lectores, jóvenes escritores, jóvenes protagonistas de los temas de subcultura o contracultura que se abordan en la publicación y que pueblan las estadísticas que sobre México se lucen en los rubros desempleo juvenil, deserción escolar y ninis, que no estudian ni trabajan, lo que en sí ya es mucho quehacer.
Desde su fundación en 1998, la revista propicia el debate generacional y en palabras de su director, “a lo largo de 30 años ha logrado ser un punto de partida de la cultura mexicana y un verdadero impulsor de la libertad y la creación”, mérito que nadie le regatea y se constata número tras número, reafirmando, en palabras de Carlitos, que “hemos cumplido, pues ha conquistado un espacio simbólico y subterráneo en el que no pretendemos hacer una empresa rentable, porque he visto nacer y morir decenas de revistas, muchas que comienzan con un gran presupuesto, con una planta de colaboradores de primer nivel y, por alguna razón, por una pretensión empresarial, terminan tronando. El dinero es el principal motivo de ruptura de muchos proyectos.”
Por sus páginas han desfilado fotógrafos, periodistas, escritores, cuentistas, novelistas, performanceros, poetas, roqueros, pintores, ilustradores, la inmensa gama de los locochones que pueblan las calles de la ciudad, de la monstruópolis en la que cada cual contribuye con su propio caos, incluyendo el de Chewbacca, mascota de Carlitos, que seguro inspiró el número dedicado a los perros.
Carlos considera que su mayor defecto es decir siempre lo que piensa. Un defecto al que quienes nos dedicamos al periodismo siempre aspiramos y escasamente cumplimos. De Carlos no puede decirse lo mismo: se mantiene en la raya y contra lo que pudiera pensarse cada vez cosecha más amigos. Quizá mucho se debe a que no ha perdido de vista “el papel creciente que desempeñan las manifestaciones del arte y la cultura en una sociedad que hoy busca los cambios democráticos indispensables”, como señaló en su momento el periodista Manuel Blanco, maestro y amigo mutuo, ya fallecido, a quien debemos un homenaje.
Carlos ha mantenido la energía suficiente para que el proyecto de Generación se mantenga vivo, a las vivas y con enorme capacidad de sorpresa, fiel a sus palabras: lo que más me irrita “es no hacer o decir algo en el momento en que tenía que decirlo”; continúa siendo feliz al ver besarse a los enamorados y considera que el mejor momento del día es cuando la euforia invade las madrugadas, y de la gente que le rodea le desagrada en la hipocresía y la mezquindad.
Muy sincero Carlitos cuando afirma que su mayor mentira ha sido decir que no cree en Dios, y quizá por eso no colgaría en su casa la foto de su primera comunión, y se mantiene firme al considerar el momento más glorioso de su vida cuando nació su hijo Emiliano, cómplice de sus quehaceres. Por esas palabras, Martínez Rentería ya tiene asegurado un rincón cerca del cielo, ni angelito blanco ni negro, pero sí santo bebedor y atizador, promotor de la legalización de la moix y otras prendideces, entre las que destaca Generación, cuya edición 155 aborda la actualidad cultural municipio 120 del EdoMex.
En “Todos los caminos llevan a Neza” destacan las voces de mujeres poetas: Yoali Ramírez (Unificas mi alma/ con la carne), Griselda Ángeles (La noche suena a botellas vacías, cumbias/ 183 canciones que nadie baila), Nayeli Mendoza (No era amor porque dormía bien sin ella en mi cama,/ comía según mi antojo y siempre decidí pensando en mí), Sara Ayala (Entonces vi morir la ciudad/ al ritmo del suspiro del silenciador de tu revólver), Ana Soriano (Quiero decir tanto pero en este momento/ no me encuentro), Elizabeth Beristain (Comencemos a mordernos los labios/ y a lamernos el cuerpo), Joyce Flores (Es levantarme a las cinco de la mañana, ir a trabajar,/ obtener el recurso que hará que las cosas mejoren)…
En esta entrega de Generación se arma el imaginario colectivo de una ciudad que surgió en el salitral para convertirse en la urbe aledaña a la gran urbe y exportadora de gente que congestiona otras: Chalco, Ixtapaluca, Texcoco, Chimalhuacán… La ciudad de los perros en brama y los históricos remolinos, recuerda Roberto Romero y lo consigna en “Ciudad maciza”, donde el rock prohibido en el DF encuentra asilo y proliferan en Neza los hoyos funkies y grupos que Pablo El Podrido enumera en su ensayo “Rock hecho en Neza”: Indians, Foraztero, Bulbo Eléctrico, La forma de las cosas del pinpón, Perro Fantástico, Desastre, Filósofo, Reptil, Campo Magnético, Golpe de Estado, Snoopy, Factotum, Charly Montana y Perro Muerto, la Yogui Band, Pinocho Ramón y Compañía, que posteriormente sería la RIP de Neza, “que tocaban en sitios como El Polvorín, de aventureros, grifotas, caguameros, flautistas y músicos callejeros, misioneros y traficantes de rolas”…
Generación suma testimonios, actualiza la visión que sobre la mítica ciudad Neza se tiene. Destacan los textos acerca de la vida cultural (“Entre coyotes te veas”, Jorge Arturo Borja) y la vida nocturna (“Las noche del arcoíris”, de Lilia Zavalza, dedicado al emblemático centro nocturno gay Spartacus); los medios de comunicación e información alternativos asentados en el municipio, escrito de Horacio Zetina, e inevitablemente el rock: “El punk necio de Colectivo Caótico”, de Pablo Gaytán. Todo en una revista no apta para fifís, ni fofos.
* Escritor. Cronista de Neza