¿Nuevo centralismo electoral?
Viene otra. Empezará pronto, con la reforma electoral, la interesante y muy complicada discusión sobre los organismos electorales, su eficacia y su costo.
En lo general, hay acuerdo en que las elecciones son mucho más caras de lo que deberían y en que las estructuras podrían ser más esbeltas; en que el INE ha ido asumiendo tareas que antes estaban en los organismos electorales estatales, a partir de la idea de casilla única y elecciones concurrentes mientras que éstos, los Oples, han tomado nuevas funciones, como el esfuerzo de participación ciudadana y la educación democrática.
También hay acuerdo amplio en una evaluación reprobatoria del trabajo del INE en casillas únicas durante elecciones concurrentes. Hay desastres conocidos, producto de la complejidad de la elección y de los recuentos, de la mala capacitación de funcionarios y de lo agotante de la jornada electoral hasta la entrega de paquetes. Las elecciones estatales de Coahuila en 2017 son inolvidables en ese sentido. También las municipales de Monterrey y de su vecina Ciudad Guadalupe el año pasado: las primeras se repitieron en la víspera de Navidad, las segundas cambiaron de ganador en tribunales por meras complicaciones legales.
Digamos que en todo esto hay acuerdos. Pero hay desacuerdos hondos ante el camino a seguir. La pregunta por la parte a extirpar se complica.
¿Desaparecer los Oples, así simplemente? Hay quienes lo piensan así, argumentando: 1) Que ya el INE ha asumido buena parte del trabajo de los organismos locales y, por lo tanto, se puede. 2) Que estos Oples además de ser operadores tienen sus propios consejeros, lo cual duplica y complica la estructura de las decisiones en lo electoral y en los presupuestos. 3) Que el federalismo no perdería nada sin esa estructura, si tan solo nos pudiéramos asegurar de que los consejeros del INE representen las visiones y los intereses de las regiones del país.
Y hay quienes piensan que sería un grave error desaparecer las Oples . El foro “La democracia se construye desde lo local”, por poner un ejemplo, convocado en marzo por la Asociación Mexicana de Consejeras Electorales con la participación de expertos, académicos y consejeros subrayó la aportación de estos organismos estatales al mejoramiento de las elecciones del país y de la democracia. Y es cierto que los municipios y los estados han sido los primeros en voto de mujeres, en paridad de género, en candidaturas independientes y en el voto de los mexicanos en el extranjero. Han sido los primeros en hacer viable el voto a los discapacitados y en facilitar la identificación de los votantes transgénero, previniendo actos de discriminación. “Porque sabemos que la democracia se construye desde lo local, asumimos el reto de hacer nuestra parte para lograrlo”, concluyeron en el foro.
También hay desacuerdos profundos en el camino que ya se está siguiendo. La postura de Morena, al menos la que ha hecho pública el diputado Sergio Gutiérrez Luna, guiada por la “austeridad de verdad”, no parece ya estar en situación de dialogar con los institutos locales.
Hacer las cosas al aventón será más costoso. Es importante que, junto con la “austeridad de verdad”, se propicie una “conversación de verdad”.
luis.petersen@milenio.com