Entre el hotel y la sepultura
En la posguerra –interminable posguerra reanimada boca a boca– española había cárceles, pero también se le llamaban penales para no esconder sus sentido árido, duro como el pedernal. El penal de Ocaña, Burgos, El Dueso... Quedaba muy lejos del alegato de Concepción Arenal «odia al delito y compadece al delincuente». La rehabilitación del condenado es el objetivo de toda pena, pagar una deuda con la sociedad. El delito se paga con libertad –lo más preciado–, pero no con el maltrato. Claro está... Читать дальше...