Colau, alcaldesa de Barcelona con el apoyo del PSC y Manuel Valls para eludir al independentismo
El candidato de ERC, Ernest Maragall, ganador en votos de las elecciones del 26 de mayo, ha conseguido 15 sufragios, mientras que el alcaldable del PPC, Josep Bou, ha obtenido 2, los que corresponden a los concejales de su grupo. Tanto el socialista Jaume Collboni como Manuel Valls han retirado sus candidaturas a la alcaldía, antes de una votación en la que ha habido tres votos en blanco. Mientras tanto, en la céntrica plaza de Santa Jaume han confluido tres concentraciones: una de apoyo al candidato de JxCat, Quim Forn, otra de apoyo a Colau y una tercera -en parte ligada a la primera- contra el pacto de Barcelona en Comú con el PSC para reeditar la alcaldía gracias a los votos del grupo de Manuel Valls.
La presencia en el pleno del preso y concejal electo por la lista de JxCat Joaquim Forn ha contribuido a exacerbar los ánimos y cuando se ha dirigido al pleno sus palabras han sido seguidas desde el exterior con gritos de “¡libertad!”. Forn está ahora mismo pendiente de sentencia una vez que ha finalizado el juicio seguido contra él y otros 11 exlíderes del ‘procés’ en el Tribunal Supremo.
Los primeros en llegar a Santa Jaume, poco antes de las 16 horas, han sido los independentistas, que a priori iban a acudir a Sant Jaume para arropar a Forn, que ha acudido al pleno para tomar posesión como concejal y que después volverá a la cárcel de Soto del Real (Madrid). Sin embargo, en numerosos momentos, los manifestantes independentistas han combinado esta reivindicación con su rechazo a la investidura de Colau, con gritos como "Con Valls sí se puede" o "Vendidos", además de proferir abucheos a socialistas como Núria Marín y Pere Navarro, así como a dirigentes de los comunes como David Cid o Ernest Urtasun, que han acudido al pleno como invitados.
Las "esteladas" y los carteles con el rostro de los presos del "procés" que sostenían los manifestantes independentistas contrastaban con las pancartas con el lema "Ada alcaldesa" que exhibían los partidarios de Barcelona en Comú. En medio de esta agitación social, Colau apenas ha podido dejar traslucir el entusiasmo por su reelección. Ha recibido la vara de mando con un gesto contenido y una tímida sonrisa, casi como si se sintiera avergonzada por la fórmula empleada para acceder de nuevo a la alcaldía barcelonesa.
Forn y Maragall se han encargado de alimentar la incomodidad al dirigirse al pleno municipal. El concejal electo de JxCat ha asegurado que la recién reelegida alcaldesa ha sido el "instrumento útil de los poderosos", por los apoyos con los que ha alcanzado la Alcaldía. Le ha reprochado haber cometido "un gran error al no respetar la lista más votada" -la encabezada por el candidato de ERC, Ernest Maragall-, y ha dicho que el posicionamiento de los comuns no contribuye a romper la política de bloques, sino que clarifica su papel su ambigüedad y la equidistancia, según él. Además, y como era de esperar, Forn ha recordado al resto de políticos y líderes soberanistas presos y en el extranjero, y ha afirmado que le hubiera gustado volver al Ayuntamiento en libertad. "A pesar del precio que estoy pagando, vuelvo lleno de satisfacción y con las convicciones firmes", y ha lamentado no poder ir a la visita institucional posterior al presidente de la Generalitat, Quim Torra.
Maragall ha dejado claro que no piensa ser la ‘muleta’ del gobierno de la ciudad. Ha desdeñado a la alcaldesa afirman que "a los poderes económicos les preocupa mucho menos una izquierda de mucho gesto y poca acción real transformadora que un reto de profundidad para el régimen del 78, como es la emancipación de Cataluña” haciendo una proclama a favor del independentismo y ha cerrado la puerta a Colau: “No nos tienda las manos”. “Sabremos estar a la altura de lo que representaron el 1 y el 3 de octubre. Gobernaremos desde la oposición pero tomaremos la iniciativa. Exigiremos, propondremos”, ha prometido.
Se ha vivido un momento especialmente tenso cuando ha tomado la palabra Manuel Valls y ha proclamado taxativamente que en España “no hay presos políticos y no hay exiliados”. En ese momento, se han levantado murmullos de protesta que Colau ha tenido que acallar pidiendo respeto hacia todas las intervenciones aunque sea, ha dicho, desde la discrepancia política.
Valls ha aprovechado para recordar a Colau que no podría haber sido proclamada de nuevo sin tres votos de su grupo municipal ni la contribución de Jaume Collboni (PSC), y la ha felicitado por presentarse a la investidura porque no era fácil. "Enhorabuena" le ha dicho y ha justificado su postura afirmando que “la política es escoger. Y en situaciones como esta hay que tomar decisiones arriesgadas y evitar lo peor. No se debe rehuir la responsabilidad; es sí o no. No hay blanco o abstención; es sí o no".
El exprimer ministro francés siempre argumentó que ofrecía sus votos a cambio de nada con tal de que el independentismo no se apoderara del Ayuntamiento de Barcelona. Por eso, ha recalcado que ha actuado por responsabilidad y por sentido de Estado, no por "operaciones de Estado y los poderosos", con lo que ha dicho que no tiene nada que ver: a quienes le acusan de eso, les ha reprochado que en algunos casos pertenecen a partidos que sí fueron financiados por poderosos durante años. "Barcelona no es un pueblecito", sino una ciudad tan importante que no puede someterse a visiones sectarias de partido, ha asegurado.
El líder del PSC en el Ayuntamiento, Jaume Collboni, ha defendido que el nuevo gobierno de BComú y su partido, con Ada Colau como alcaldesa, tendrá "toda la legitimidad democrática", después de las críticas por que esta opción impida gobernar al candidato más votado, que ha sido Maragall. "Ya basta de medir la legitimidad de los gobiernos en función de si son de nuestra simpatía", ha reclamado. Collboni ha respondido a las críticas que se han vertido durante el pleno con estas palabras: "Representamos a los poderosos, a más de 300.000 electores poderosos y poderosas".
De las intervenciones de los candidatos ante el pleno, también hay que destacar que el cartel electoral del PP, Josep Bou, ha cuestionado la validez de los juramentos de ediles que no han seguido la fórmula preestablecida de acatar la Constitución al prometer por imperativo legal. En concreto, se ha dirigido al secretario general del consistorio y ha lamentado que en las promesas se ha "escuchado de todo" -muchos han usado fórmulas alternativas- y ha asegurado que no lo entiende ya que, a sus ojos, la democracia no es una ideología sino un procedimiento.
Por último, la alcaldesa, sin abandonar el gesto serio y circunspecto que ha exhibido durante todo el pleno, ha tratado de justificarse. “No es la forma en la que nos hubiera gustado llegar a la alcaldía”, ha admitido y ha añadido: “Hay apoyos que nos obligan a demostrar que haremos todo lo que esté en nuestra mano para mejorar la ciudad”. Colau no ha eludido los guiños al independentismo. “Querido Quim Forn, espero que sientas el aliento de los ciudadanos que os quieren libres, y que no son solo los que os han votado a vosotros” le ha dicho al candidato de JxCat y se ha comprometido a volver a poner el lazo amarillo en la fachada del Ayuntamiento “mientras dure esta situación de excepcionalidad” porque, según sus palabras, “la existencia de presos políticos no se puede normalizar”. Eso sí, ha vuelto a situarse en un término medio: “Por mucho que nos llamen equidistantes, no somos neutrales. No seré alcaldesa independentista ni antiindependentista”. Además, ha enviado un mensaje a Madrid tras el pacto de PP, Ciudadanos y Vox en la alcaldía: “Un fuertísimo y tierno abrazo a ese Madrid antifascista, al Madrid del no pasarán, que hoy está triste y preocupada”.
Durante todo el discurso de Colau no han cesado los gritos y las gesticulaciones en la plaza de Sant Jaume, donde se ha seguido en directo su intervención entre acusaciones de “fraude” y donde las protestas no han decrecido ni siquiera cuando ha mencionado a Forn o ha prometido colocar de nuevo el lazo amarillo.
ERC empató con los comunes en las elecciones en número de concejales -diez- pero obtuvo más de 4.000 votos que la candidatura liderada por Colau. Desde que Valls ofreció su apoyo sin condiciones para evitar que el independentismo se apoderara del Ayuntamiento de Barcelona, los republicanos han tratado de seducir a BComú para formar un bipartito que implicara que Colau no presentara candidatura, pero no lo han conseguido. Es más, ellos acusan a la líder de los comunes de no haber querido pactar en ningún momento y de haber utilizado su propuesta de un tripartito -BComú + ERC + PSC- tan sólo como un pretexto para ganar tiempo mientras ataba el acuerdo con los socialistas.
Las bases de Barcelona en Comú (BComú) avalaron el viernes con el 71,43 % de los votos un pacto con el PSC para que Ada Colau siga siendo la alcaldesa de Barcelona. Los 9.949 inscritos de BComú estaban llamados desde el jueves y hasta las cinco de la tarde del viernes a pronunciarse sobre si preferían un acuerdo de gobierno con el PSC que implicaría dar la alcaldía a Colau -con el necesario apoyo de Valls- o bien un pacto con ERC, la fuerza más votada el 26M en Barcelona, que supondría ceder la alcaldía al republicano Ernest Maragall.
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